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era de muy delicada constitución física. No tenía
más recreo que pasear modestamente un ratillo con
algún hermano después de la comida y de la cena,
previa su indefectible visita al Santísimo
Sacramento. Y, aunque era tan austero para sí
mismo, tenía con ((**It10.1015**)) los
demás una constante bondad, adornada con los más
delicados miramientos. Atendía a todos con
exquisita amabilidad.
A su muerte, ocasionada por marasmo senil el 14
de marzo de 1914, repetían unánimemente cuantos lo
conocieron: íHa muerto un Santo! Si don Angel Lago
no ha entrado inmediatamente en el paraíso,
>>quién lo lograra?...
El clérigo José Giulitto, natural de Solero
(Alessandria), deseaba, después de emitir los
votos trienales, ir a ver a sus padres, y don
Bosco le escribía amablemente:
Muy querido Giulitto:
Te permito ir a pasar una semana de vacaciones,
con tal de que vayas, estudies, vuelvas bueno y te
ocupes de buscar algún buen alumno y santificar a
tus parientes y amigos.
Saluda a tus padres y especialmente al canónigo
que te recomendó para entrar en la Casa de
Valdocco.
Dios te bendiga, reza por mí, que me profeso tu
Lanzo, 26-9-1871.
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
El clérigo José Ronchail estaba en Alassio:
aunque había recibido sólo las órdenes menores,
formaba parte del Capítulo de la Casa. Estaba en
vísperas de recibir el subdiaconado y temía dar
aquel paso sin preparación y volvía a comunicar
sus ansiedades a don Bosco. Este le escribió
repitiéndole que siguiera adelante in Domino:
Muy querido Ronchail:
No te preocupes por lo que dices en la carta.
El demonio, que perdió la partida, querría tomarse
la revancha de otro modo; pero tú no debes hacer
caso; sigue tranquilo a las ordenaciones, como ya
te lo dije de palabra.
Te encomendaré al Señor. Saluda al Director, y
ruega por mí, que con todo afecto soy tu
Turín, 5-3-1872.
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
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