((**Es10.916**)((**It10.994**))
IX
PRECIOSAS APOSTILLAS DEL SANTO
FUNDADOR
I
FIN DE LA SOCIEDAD SALESIANA
1. El fin de nuestra Sociedad es la
santificación de uno mismo y la salvación de las
almas como ejercicio de caridad.
En lo cual hay que cuidar mucho de no colocar
al frente de los que ejercen deberes para con los
otros, sino a aquéllos que conozcan a fondo la
virtud y la ciencia que tratan de enseñar a los
demás. Mejor es la deficiencia del maestro que la
ineptitud.
2. Por eso, si no hacen lo que enseñan, se les
dice: Médico, cúrate a ti mismo.
3. La caridad es benigna, es paciente, todo lo
sufre, todo lo espera, todo lo aguanta.
4. Admite en tu casa a los necesitados y
vagabundos y no desprecies a tus parientes.
Iba de paso y me recibiste, estaba desnudo y me
cubriste.
5. Encaminemos el espíritu de aquéllos, que se
recomiendan por honradez de costumbres, en los
ejercicios espirituales, en las misiones, en los
asilos, en los internados y colegios y se les
invite, si pareciere bueno en el Señor, y se les
elija para seguir los estudios.
6. En el ejercicio del sagrado ministerio, hay
que cuidar mucho:
1) No asumir en él aquello que exige
apartamiento del propio oficio;
2) Si a veces, obligado por la necesidad, ha de
apartarse de la casa o del cargo, elíjase con
cuidado y póngase quien lleve la carga del asunto.
7. En esto hay que actuar con cautela:
1) No tratar asuntos políticos ni en los libros
ni en las conferencias;
2) Evítese el desprecio de las personas al
hablar de los que obran mal, de los herejes y de
sus errores; impóngase a todos y en todo la
caridad de Cristo.
II
FORMA DE ESTA SOCIEDAD
1. Por tanto, la Sociedad Salesiana debe buscar
lo que toca a Jesucristo y proponer lo que es
conveniente para ello.
5. Sucede, pues, que la dispensa de votos se
hace de dos modos: por voluntad del Sumo Pontífice
o por despido del Superior General de la Sociedad.
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