((**Es10.90**)
<>-íQué fe la de este hombre! La escena me
causó una impresión inolvidable>>.
Esto ocurría particularmente durante el mes de
mayo, y más aún durante los días de la novena y la
fiesta de María Auxiliadora, cuando pasaba casi
todo el día en la sacristía ((**It10.89**)) rodeado
de muchos devotos. Prometía rezar a todos los que
le pedían oraciones, y solía repetir a menudo:
-íLas gracias no se obtienen con mis oraciones,
sino con las de los que las piden y rezan con fe,
y con las obras de caridad que hacen en favor de
los niños pobres!
Pero no podía arrancar de la mente de los
devotos que era él, precisamente él, íel
favorecido por Dios y por la Virgen!
Y a todos los que querían gracias de la Virgen,
siempre les imponía algunas condiciones.
La primera: que la gracia les aprovechara
también espiritualmente.
Angela Piccardo, hija del difunto Benedicto,
domiciliada en Mele, en las cercanías de Voltri,
pidióle una visita para que la bendijera, y él le
mandó esta respuesta, escrita al dorso de una
estampa de María Auxiliadora:
Señora Rosa 1 Piccardo
íOh María! Haced vos misma una visita especial
a vuestra hija enferma y alcanzadle de Jesús,
vuestro hijo, la salud, que no va en contra del
bien de su alma.
Rezaré con mis huerfanitos por usted.
JUAN BOSCO, Pbro.
Había, a fines de 1874, un clérigo inscrito en
la Pía Sociedad, que estaba enfermo de los ojos
<>, pues no podía
estar leyendo
1 Así lo leo en el original: Angela en la
narración, y Rosa en la respuesta de don Bosco (?)
(N. del T.).(**Es10.90**))
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