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que florecen la disciplina y los estudios, son una
prueba luminosísima de ello. Muchas diócesis, y
particularmente la mía, obtuvieron de los Colegios
de don Bosco estupendos sacerdotes.
No era necesario este testimonio nuestro, pues
las obras de don Bosco hablan por sí mismas; pero
Nos resulta muy grato dar este testimonio de la
admiración y gratitud que profesamos a un
Sacerdote, que hemos apreciado constantemente y en
quien, desde el comienzo de sus santas empresas,
hemos admirado a un hombre suscitado por el Señor
para gloria del Sacerdocio Católico y el bien de
la humanidad.
N.° X
Informe del Obispo de Albenga
Anacleto Pedro Siboni,
por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica
Obispo de Albenga.
Ya cuando ejercíamos el cargo de Vicario
General primero, y el de Capitular después, en
esta diócesis de Albenga, opinábamos que sería un
beneficio especial de Dios misericordioso, si al
Rvmo. don Juan Bosco ((**It10.931**)) de la
archidiócesis de Turín, fundador de la
Congregación Salesiana, se le presentase la
ocasión de convertir en casa filial de dicha
Congregación, el llamado <> de Alassio.
Convencidos, por las relaciones anteriormente
tenidas con piadosos varones, y los testimonios de
muchos obispos, no dudábamos que los muchachos de
aquella populosa ciudad llenarían su espíritu de
piedad y de saber por medio de los clérigos y
sacerdotes pertenecientes a dicha Congregación, y
producirían después los abundantes frutos de la
pía fundación en aquella porción de esta grey.
Por ello dábamos a la Santa Sede las cartas
comendaticias en favor del establecimiento de esta
casa filial en nuestra diócesis. Estas fueron
benignamente recibidas, por lo que nos
felicitábamos, sobre todo cuando, por la
benignidad apostólica, fuimos gravados con el peso
del episcopado en esta misma diócesis. Empezábamos
a sentir que los directores y maestros de dicha
comunidad moradores en Alassio, nos reportarían
mucho auxilio para defender al pueblo que se nos
había encomendado contra el espíritu del error y
la impiedad que dejaba caer su virus pestífero por
todas partes sobre la juventud.
En consecuencia, queríamos abrir paso y
preparar el ambiente para recibir a esta Sociedad
en la ciudad de esta diócesis, dejando, no
obstante, sin efecto, toda oposición procedente de
diversas causas: sobre todo, por cuanto sus
socios, al no cesar en el trabajo, no pueden
satisfacer todas las necesidades del pueblo
cristiano que aparecen por cualquier parte.
Por consiguiente, ardientemente anhelamos que
dicha Congregación, tan benemérita en la viña del
Señor, adquiera mayores fuerzas, crezca y extienda
sus ramas en nuestra diócesis, y para que obtenga
a este fin la aprobación definitiva de la Santa
Sede Apostólica y los favores oportunos para su
conservación, dilatación y perfección,
humildemente la recomendamos a Su Santidad, por
cuanto podemos en el Señor y está en nosotros.
En Albenga y en la Curia Episcopal, a 22 de
febrero de 1873.
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ANACLETO PEDRO, Obispo
(**Es10.864**))
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