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pero todos son educados
cuidadosamente en la religión
católica.
Todos los socios de esta
Congregación Salesiana, que suman
casi trescientos, profesan y observan
las mismas reglas. No falta más, como
complemento de la obra, que la última
apostólica aprobación de las
Constituciones. Vivamente la desean
sus socios, con toda humildad de
corazón ante Dios y ante los hombres
y con empeño la solicitan al Supremo
Vicario de la Iglesia; también la
piden con sus cartas comendaticias
veinticuatro obispos, que conocen
esta Sociedad, y entre ellos los
eminentísimos
FELIPE DE ANGELIS, Card. Arzob. de
Fermo, Camarlengo, etc.
JUAN MARIA ANTONUCCI, Card. Arzob.
de Ancona.
COSME CORSI, Card. Arzob. de Pisa,
de feliz memoria.
Finalmente nuestro benevolentísimo
Arzobispo de Turín, deseando añadir un
nuevo signo a los muchos y grandes que
anteriormente concedió, recomendó
generosamente la Sociedad Salesiana y
dotó de derechos parroquiales a la casa
principal e iglesia aneja, dedicada a
María Auxilio de los Cristianos,
confirmó los privilegios de sus
predecesores y los amplió por decreto
del 25 de diciembre de 1872.
Ahora piden la aprobación definitiva
de la Sociedad Salesiana, nuestro
Arzobispo y también los obispos de la
provincia eclesiástica de Turín,
juntamente con otros muchos.
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