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((**Es10.824**) que hoy llegan a ochocientos, que se dedican a las artes o a los os. El Arzobispo de Turín, entusiasmado con los frutos de los oratorios, su espíritu y unidad de disciplina, aconsejó a Juan Bosco que fuera a visitar al Papa, ((**It10.891**)) de quien recibiría luces y normas, sobre la Congregación eclesiástica que convenía fundar para este fin. Así que el año 1858 el mismo sacerdote Juan Bosco, con carta de recomendación de su Ordinario, fue a Roma y fue recibido benignamente por el admirable Pío IX Pontífice máximo, el cual elogió mucho la obra. Además señaló con paternal bondad que una sociedad de este estilo debía organizarse como una Congregación de votos simples, de modo que los socios estuvieran de hecho unidos ante la Iglesia por el vínculo de la religión, al tiempo que gozaran con plena libertad de los derechos civiles ante la sociedad civil. Así puestas y admitidas las cosas, se escribieron y organizaron las Constituciones Salesianas y se practicaron durante seis años. Finalmente, después de experimentarlas veintidós años, y obtener las cartas comendaticias, principalmente de los obispos de la provincia eclesiástica de Turín, a fines de 1863 se pidió a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, que esta Sociedad obtuviera el voto, consejo y defensa de la Santa Iglesia Romana. En efecto, lo demás poco valdría, si faltaba la aprobación de la Iglesia. Más allá de toda esperanza, la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares aceptó, con eximia benevolencia, la petición y, en la audiencia del 1 de julio de 1864, Su Santidad se dignó alabar y encomendar grandemente la obra, tal y como había empezado, al estilo de una Congregación de votos simples, dejando la aprobación de las Constituciones para tiempo más oportuno. (**Es10.824**))
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