((**Es10.787**)
A fin de evitar toda dificultad para las
Sagradas Ordenaciones, no había más remedio que
obtener de la Santa Sede la facultad de expedir
las Dimisorias ad quemcumque Episcopum. Así que
don Bosco se dirigió al cardenal Berardi:
Turín, 18
de noviembre de 1874
Eminencia Rvma.:
Seguimos siempre con dificultades, y nuestro
Arzobispo me proporciona verdaderos fastidios sin
nunca decirme qué tiene en contra de estos pobres
Salesianos. Ya hace casi tres años que no ha
querido ordenar a nuestros socios, salvo uno, al
que confirió el subdiaconado en septiembre con mil
premisas y dificultades.
Acabo de pedir que admitiese al examen de
confesión a uno de nuestros sacerdotes. Respondió
que no, porque tenía votos trienales. He dicho que
nuestras Constituciones habían sido aprobadas en
este sentido. Está mal, contestó, y mientras
tanto, ante la general necesidad de confesores,
tiene que quedar inactivo alguno, a pesar de su
ciencia y buena voluntad.
((**It10.865**)) He
pedido la ordenación de tres de nuestros clérigos
para las próximas Navidades. Respondió que no,
porque yo aceptaba a sus seminaristas en nuestra
Congregación. Repliqué que hasta ahora no se ha
inscrito a ninguno de ellos en nuestra
Congregación. No lo quiso creer y se mantuvo firme
en la negativa.
No quiero mayores choques con él. Creo que si
V. E. pudiese obtenerme del Padre Santo que yo
pueda enviar a estos clérigos a ser ordenados por
otro Obispo, en cuya Diócesis hay alguna de
nuestras casas, podría poner remedio a una de
nuestras grandes necesidades. Las otras Ordenes y
Congregaciones lo hacen todas así; pero yo no me
atrevo a hacerlo, porque nuestro Arzobispo amenaza
con muchas penas a los Obispos que se prestasen a
ello. Habría otro camino: la facultad de las
dimisorias ad quemcumque Episcopum, como la
obtuvieron algunas Ordenes religiosas y como el
mismo Padre Santo concedió a la Congregación
llamada de los Lazaristas.
Yo no me atrevo a tanto. Pongo todo en sus
manos y en su prudencia. Monseñor Vitelleschi se
muestra muy benévolo y favorable a todo, pero él
sólo puede exponer las cosas, mientras V. E. puede
hablar y razonar con el Padre Santo.
Durante el invierno espero poder dar un paseo
hasta Roma y podré saludarle personalmente y
agradecerle todos los favores que hace a los
pobres Salesianos. Por ahora nos limitamos a hacer
cada día particulares oraciones, para que el Señor
le conserve la salud por muchos años de vida
feliz.
Pido su santa bendición, mientras con profunda
gratitud tengo el honor de poderme profesar,
De V. E. Rvma.
Su humilde servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
(**Es10.787**))
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