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el que suscribe lo recomienda a S. E. Rvma. el
señor Arzobispo para que tenga a bien admitirlo al
oportuno examen.
Turín, 2 de noviembre de 1874.
JUAN BOSCO, Pbro.
Pero el Arzobispo no quiso admitirlo, aduciendo
como razón que todavía no había hecho los votos
perpetuos, siendo así que don Bosco había obtenido
del Padre Santo la facultad de conceder este
indulto.
Fue don Miguel Rúa a pedir al Arzobispo que
tuviera a bien ordenar a algunos clérigos en las
Témporas de Adviento, y le oyó repetir que no
ordenaría a ninguno, mientras se recibiera en
casas salesianas a clérigos salidos del seminario.
Don Bosco volvió a escribirle:
((**It10.863**))
Excelencia Reverendísima:
Se me comunicó la respuesta de V. E. Rvma.
negando la admisión de nuestros clérigos a las
próximas órdenes de Navidad. S. E. conoce el
estricto deber de un superior de atender al bien
de sus religiosos, que es también el de la
iglesia, y sabe también sin duda cuáles son los
casos en que un Ordinario puede recusar estas
ordenaciones. Pero, antes de preguntar a Roma cómo
he de conducirme, pienso que es conveniente
exponerle algunas de mis reflexiones y eso
únicamente para no aumentarle molestias y
disgustos, que siempre me esforcé en evitar, no
obstante lo que sobre el particular se diga.
He preguntado si yo debía o podía hacer la
declaración de no recibir clérigos del Seminario,
de acuerdo con el sentido del escrito que tuve el
honor de presentar a V. E. y fui seriamente
reprochado por ello. Me decían: <>>>.
A pesar de esto, le ruego tenga a bien creer
que hasta ahora no hay ningún clérigo expulsado
del Seminario de Turín que pertenezca a nuestra
Congregación, ni como profeso, ni como novicio. Lo
más que hubo, fue que vinieron algunos
momentáneamente, porque se encontraban
desamparados, pero, tan pronto como pudieron
colocarse en otra parte, se marcharon. Vinieron
otros a hacer los ejercicios espirituales para
disponerse a dejar la sotana, como por ejemplo, el
clérigo Borelli. Pero todos fueron enviados a
pedir el consentimiento de V. E. y, al serles
negado este consentimiento, también se rehusó su
aceptación.
Tenga la bondad de creer que si me resolví a
aceptar momentáneamente a algunos clérigos, fue
para suavizar las asperezas de sus parientes y
amigos, que no cesaban de lanzar pestes contra V.
E. como si quisiera que quedasen abandonados de
todos.
Así las cosas, ruego a V. E. tenga a bien
admitir a nuestros clérigos para las Sagradas
Ordenes, cuya petición humildemente hago. Y si
juzgase en absoluto que ha
(**Es10.785**))
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