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En medio de tantos disgustos escribía, sin
embargo, a monseñor Vitelleschi y no dejaba de
hacerle mención de ellos. Con algún retraso
recibía esta contestación:
Roma,
1.° de octubre de 1874
Muy querido don Bosco:
>>Qué habrá dicho de mí, que he dejado sin
responder dos de sus cartas que me remitió hace ya
algún tiempo? Puede creerme, no llego para
contestar a todo, tan grande es la multiplicidad
de ((**It10.856**))
asuntos que llegan a mi despacho. Pero hoy, primer
jueves de octubre y el primero de las vacaciones
de otoño, cumplo con lo que le debía.
Vi y conocí con mucho gusto al Director de
Valsálice y a algunos de los jóvenes que con él
venían: fue una idea muy feliz la de concederles
como premio el paseo a Roma y llevarlos a los pies
del Padre Santo.
Ya pasé a Sigismondi la lista de gracias
espirituales, que usted pide para su Instituto, y
que se conceden por la Secretaría de los Breves,
pero no sé si habrá podido obtenerlas antes de las
Vacaciones.
>>Cómo va la puesta en marcha de sus
Constituciones? Reservadísimamente le comunico que
el señor Arzobispo ha enviado una serie de
cuestiones, o mejor explicaciones que pide sobre
la aplicación de dichas Constituciones. Se le
contestará en noviembre, pero me parece que le
surgen dudas donde menos existen.
Le suplico que rece y haga rezar a esos sus
buenos sacerdotes y seglares a María Auxiliadora
por mi sobrino Pepito, que usted conoce muy bien,
a quien, de algún tiempo acá, le acometen unas
convulsiones, cuya causa no se sabe encontrar; me
dan mucho que pensar, lo mismo a mí que a sus
padres, porque las convulsiones son siempre mala
cosa. Ruegue, pues, y haga rogar a nuestra buena
Madre para que pronto le devuelva la salud y le
haga crecer sano para poderse dedicar, como lo
espero, en alma y cuerpo al servicio de Dios, pues
es un chico de mucha piedad y excelente corazón.
No se olvide de mí en sus oraciones, y créame
con el mayor aprecio
Su seguro
servidor
S. VITELLESCHI,
Arzobispo de Seleucia
Así las cosas, y sobre todo por la
reservadísima comunicación recibida de que el
Arzobispo había presentado una serie de
cuestiones, o mejor, de explicaciones sobre la
aplicación de las Constituciones -evidentemente el
Padre Santo había hablado con monseñor Vitelleschi
y con el cardenal Bizzarri del memorial presentado
por monseñor Gastaldi-, don Bosco creyó oportuno y
necesario presentar él también, y precisamente con
fecha 12 de octubre, al cardenal Bizzarri,
Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y
Regulares, una exposición de las dificultades que
encontraba:
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