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((**Es10.76**) Parecióle a don Bosco que un joven misterioso le acompañaba a un dormitorio del colegio. Todos los alumnos dormían en su cama. El guía llevaba una lámpara en la mano y proyectaba su luz sobre el rostro de los que dormían y daba a conocer al Siervo de Dios sus fisonomías. Los primeros tenían la frente blanca, otros surcada por una raya negra, otros tenían dos rayas negras (pecados veniales); otros tenían la cara oscurecida como la niebla o las tinieblas, otros la cara negra (pecados mortales). Don Bosco sacó un papel y con un lápiz apuntaba los nombres y el estado en que se encontraba cada uno. Al llegar al fondo del dormitorio oyó cantar en el otro extremo, donde estaban los del rostro blanco, el Miserere. ->>Qué es ese canto fúnebre?, preguntó al joven misterioso que le acompañaba. Y recibió esta respuesta: -Ha muerto fulano de tal, el día tal. -Pero >>cómo es posible, si hace poco estaba vivo? -Ante Dios, el futuro es como el presente. Don Bosco terminó diciendo que el hecho se verificaría de allí a un mes, pero no dio nombre alguno. Al mismo tiempo recordó a todos que estuviesen preparados. Los muchachos aseguraban que el siervo de Dios había dicho el nombre al director. Pasaron quince días y Cavazzoli cayo enfermo, y murió... Don Juan Gresino, que había entrado en el Colegio en 1872, también nos expuso escuetamente el hecho, afirmando que don Bosco había revelado al director el nombre del que tenía que morir. Y este joven de dieciocho años (había nacido en 1855) quince días después llegaba a su fin. Fue <((**It10.73**)) papal>>, pero sentía morirse. El director le hizo observar que era una suerte morir bien preparado; pues, >>quién podía asegurar que más tarde se encontraría en las mismas disposiciones? -Bien; respondió el moribundo, si es así, quiero morirme, pero >>qué tengo que hacer para morirme? Se le sugirieron algunas jaculatorias para obtener una buena muerte y las repitió afectuosamente: -Jesús... José y María... os doy el corazón y el alma mía.. Jesús, José y María... asistidme en mi última agonía... (comenzaban los estertores) Jesús... José... y María... expire... en vuestros brazos... en paz... el alma mía. Y murió serenamente el 21 de diciembre a las diez y media. En Lanzo, recordaba don Juan Gresino, dijo don Bosco que aquel sueño lo había tenido la noche precedente, lo cual no debe extrañarnos, puesto que él mismo había asegurado que casi todas las noches soñaba que se hallaba confesando a sus hijos. íBien se merecía, en su inmensa caridad paterna, que el Señor le descubriese las muertes inminentes para preparar a los moribundos al gran paso!(**Es10.76**))
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