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Parecióle a don Bosco que un joven misterioso
le acompañaba a un dormitorio del colegio. Todos
los alumnos dormían en su cama. El guía llevaba
una lámpara en la mano y proyectaba su luz sobre
el rostro de los que dormían y daba a conocer al
Siervo de Dios sus fisonomías. Los primeros tenían
la frente blanca, otros surcada por una raya
negra, otros tenían dos rayas negras (pecados
veniales); otros tenían la cara oscurecida como la
niebla o las tinieblas, otros la cara negra
(pecados mortales). Don Bosco sacó un papel y con
un lápiz apuntaba los nombres y el estado en que
se encontraba cada uno. Al llegar al fondo del
dormitorio oyó cantar en el otro extremo, donde
estaban los del rostro blanco, el Miserere.
->>Qué es ese canto fúnebre?, preguntó al joven
misterioso que le acompañaba.
Y recibió esta respuesta:
-Ha muerto fulano de tal, el día tal.
-Pero >>cómo es posible, si hace poco estaba
vivo?
-Ante Dios, el futuro es como el presente.
Don Bosco terminó diciendo que el hecho se
verificaría de allí a un mes, pero no dio nombre
alguno. Al mismo tiempo recordó a todos que
estuviesen preparados.
Los muchachos aseguraban que el siervo de Dios
había dicho el nombre al director.
Pasaron quince días y Cavazzoli cayo enfermo, y
murió...
Don Juan Gresino, que había entrado en el
Colegio en 1872, también nos expuso escuetamente
el hecho, afirmando que don Bosco había revelado
al director el nombre del que tenía que morir.
Y este joven de dieciocho años (había nacido en
1855) quince días después llegaba a su fin. Fue
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papal>>, pero sentía morirse. El director le hizo
observar que era una suerte morir bien preparado;
pues, >>quién podía asegurar que más tarde se
encontraría en las mismas disposiciones?
-Bien; respondió el moribundo, si es así,
quiero morirme, pero >>qué tengo que hacer para
morirme?
Se le sugirieron algunas jaculatorias para
obtener una buena muerte y las repitió
afectuosamente:
-Jesús... José y María... os doy el corazón y
el alma mía.. Jesús, José y María... asistidme en
mi última agonía... (comenzaban los estertores)
Jesús... José... y María... expire... en vuestros
brazos... en paz... el alma mía.
Y murió serenamente el 21 de diciembre a las
diez y media.
En Lanzo, recordaba don Juan Gresino, dijo don
Bosco que aquel sueño lo había tenido la noche
precedente, lo cual no debe extrañarnos, puesto
que él mismo había asegurado que casi todas las
noches soñaba que se hallaba confesando a sus
hijos. íBien se merecía, en su inmensa caridad
paterna, que el Señor le descubriese las muertes
inminentes para preparar a los moribundos al gran
paso!(**Es10.76**))
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