((**Es10.727**)((**It10.798**)) con
otro telegrama al Superior de los
Salesianos-Turín. No sé si os ha llegado.
Antes de partir te comunicaré a qué hora
llegaremos.
Dios nos bendiga a todos y créeme en
Jesucristo.
Roma, 4 de abril de 1874.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D.-Espero encontrar terminadas las obras en
la casa de Coriasco. >>No es verdad?
El día de Pascua fue a visitar al cardenal De
Luca. Este le recibió con extraordinaria
amabilidad y le dijo abiertamente que ninguno de
los miembros de la Congregación Particular hubiera
creído jamás que el Papa tuviera tales atenciones
con él, y que también el Cardenal Vicario había
repetido varias veces:
-íQuiero que terminemos este asunto! íAyudemos
a este pobre sacerdote que se sacrifica totalmente
por las almas!...
Al despedirse, añadió el Cardenal:
-Ahora le pido un favor, venga a comer a mi
casa el miércoles, e invitaré también a algunos
amigos.
Don Bosco aceptó. Con su conversación mantuvo
la alegría de los comensales y les hizo reír tanto
que hasta el mismo Cardenal, que era de carácter
serio, aseguraba que no había reído tanto en su
vida.
El 8 de abril por la mañana fue don Bosco a
saludar al Cardenal Vicario. Este le repitió que
todo se debía al Papa; que el Papa le había dicho
que se debía conceder la aprobación, que así lo
quería El.
Y aquella misma tarde, a eso de las siete y
media, volvía al Vaticano, con su memorándum
escrito, para ser recibido por el Sumo Pontífice.
Tuvo que aguardar casi una hora. Apenas entró, le
oyó exclamar:
-íEsta vez sí que hemos terminado!...
-Sí, Padre Santo, y estoy contentísimo.
-í Y yo también!, añadió al Papa.
Entonces don Bosco, con su habitual sencillez,
ofreció a Su Santidad un ejemplar de la Historia
de Italia. Pío IX miró el libro, leyó un trozo y
repitió tres o cuatro veces: -íViva don Bosco!
Y después añadió:
-íSé muy bien qué espíritu os anima!
(**Es10.727**))
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