((**Es10.722**)
páginas que había escrito y a primera hora de la
mañana se las envió al Secretario de la Sagrada
Congregación.
El día 28 fue a ver al cardenal De Luca y le
enseñó la carta anónima, en la que se refutaban
las acusaciones del Arzobispo.
-Esto es un tesoro, exclamó el Cardenal; envíe
una copia a todos los Cardenales, y a mí también.
-íMire que es un secreto!
-íNo hay secreto que valga, cuando aprovecha a
un tercero! íHaga en hora buena lo que le digo!
La carta anónima, que ya hemos presentado, era
la refutación de la enviada al cardenal Bizzarri
el 9 de enero de aquel año; pero por aquellos días
se había enviado a la Comisión Cardenalicia la
carta, aún más autoritaria, enviada por monseñor
Gastaldi al cardenal Caterini, Prefecto de la
Sagrada Congregación del Concilio, el 20 de abril
de 1873. A don Bosco le habían puesto al corriente
de ello y le aconsejaron que hiciera una
refutación directa. La hizo, y los días 29 y 30 de
marzo envió una copia firmada al cardenal Vicario,
al cardenal Martinelli, al cardenal De Luca y a
monseñor Vitelleschi.
((**It10.793**))
Memorándum de una carta del Arzobispo de Turín
sobre la Congregación Salesiana.
Es de advertir, ante todo, que monseñor
Gastaldi, actualmente Arzobispo de Turín, hasta el
10 de febrero de 1873 se manifestó constantemente
ferviente promotor e incansable colaborador del
Instituto Salesiano. Por aquella fecha (10 de
febrero de 1873), envió con palabras de vivo
aliento al sacerdote Bosco a Roma, provisto de una
carta comendaticia en latín, en la que declaraba
haber reconocido el dedo de Dios en la existencia
y conservación de este Instituto, y hacía
excesivos elogios del gran bien que ha hecho y
hace este Instituto, poniendo por las nubes al
pobre fundador.
1.° Las reglas, dice allí, no fueron aprobadas
nunca por sus antecesores.
R. Entre los documentos presentados a la
Congregación de Obispos y Regulares está el
decreto de monseñor Fransoni (31 de marzo 1852) en
el que se aprueba el instituto de los Oratorios,
se constituye jefe al sacerdote Bosco y se le
conceden todas las facultades necesarias y
oportunas para la buena marcha del mismo.
2.° Nunca se pidió ninguna aprobación al
arzobispo Riccardi ni a él.
R. Cuando un instituto está aprobado por un
Ordinario Diocesano, no se sabe si hay que obtener
nueva aprobación de cada nuevo Obispo; sin
embargo, es un hecho que el reverendo Bosco
dirigió una súplica a monseñor Riccardi, pidiendo
la confirmación de cuanto más arriba se ha dicho.
El respondió, como varias veces después lo hizo
monseñor Gastaldi, que cuando un instituto está
aprobado por la Santa Sede, no necesita la
aprobación diocesana.
Queriendo después cooperar a la estabilidad de
este instituto, por su propia iniciativa confirmó
con un decreto expreso todos los privilegios y
facultades concedidas por sus antecesores, y
añadió algunos nuevos, entre los cuales los
derechos parroquiales (Decreto 25 de diciembre de
1872).
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