((**Es10.699**) Mi
buena Mamá:
Tengo la satisfacción de participarle que en la
audiencia, que me concedió el Padre Santo, he
podido hablarle largo y tendido de usted y su
familia y he murmurado a voluntad. Al final le
pedí dos bendiciones especiales: una para la
condesa Medolago, a fin de que Dios la conserve
con buena salud y la asista. La otra bendición
para el condesito Manuel.
Al llegar aquí, el Padre Santo me interrumpió y
dijo: -Le bendigo de corazón para que sea siempre
un noble cristiano.
Al fin añadió-:-Os encargo comuniquéis a las
familias mencionadas mi apostólica bendición con
indulgencia plenaria el día que deseen ganarla.
Mil saludos para usted y toda su familia.
Ruegue por este su pobre hijo.
Roma, 21-1874, Vía Sistina, 104.
Muy agradecido en J. C.
JUAN BOSCO, Pbro.
Don Bosco tenía un interés particular por el
provecho de todos los alumnos.
He aquí este precioso documento íhonra de un
educador, de un maestro, de un padre, de un santo!
((**It10.769**))
Roma, 20-1874
Muy querido don José Lazzero y queridos
aprendices:
Aunque he escrito a todos mis queridos hijos
del Oratorio, sin embargo, dado que los aprendices
constituís las pupilas de mis ojos, y que, además,
he pedido para vosotros una bendición especial al
Padre Santo, creo que os doy un gran gusto y
satisfago mi corazón con esta carta.
No hace falta os diga lo mucho que os quiero;
os he dado claras pruebas de ello. Tampoco
necesito que vosotros me digáis que me queréis,
porque me lo habéis demostrado constantemente.
Pero >>en qué se funda nuestro recíproco afecto?
>>En la bolsa? En la mía no, porque la gasto para
vosotros; en la vuestra tampoco, porque, no lo
llevéis a mal, ni la tenéis.
Mi afecto se funda en el deseo que tengo de
salvar vuestras almas, redimidas con la preciosa
Sangre de Jesucristo, y vosotros me queréis,
porque hago lo posible para llevaros por el camino
de la salvación eterna. Por consiguiente, el bien
de nuestras almas es el fundamento de nuestro
afecto.
Pero, queridos hijos míos: >>tiene
verdaderamente cada uno de nosotros una conducta a
propósito para salvar el alma o más bien para
perderla? Si nuestro Divino Salvador nos llamase
en este momento ante su divino tribunal para ser
juzgados, >>nos encontraría a todos preparados?
Los propósitos hechos y no cumplidos, los
escándalos dados y no reparados, las
conversaciones que enseñaron el mal a otros son
cosas por las que debemos temer ser reprochados.
Mientras Jesucristo podría, con razón, hacernos
estos reproches estoy convencido
(**Es10.699**))
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