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por mi medio le envía su Apostólica Bendición,
según me ha encargado comunicarle. Tanto él, como
el cardenal Antonelli, están informados del asunto
de Zinasco. Déme su bendición y créame su pobre,
Roma, 6-1874
Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
Fue extraordinario, como ya hemos dicho, el
trabajo que llevó a cabo durante esta permanencia
en Roma en favor de las temporalidades de los
Obispos de Italia; pero más intenso todavía fue el
que hubo de sostener para ver a la Pía Sociedad
definitivamente establecida.
Para formarnos una idea de ello, bastaría una
simple mención de todas las visitas, que consideró
obligadas y convenientes, a Cardenales y Prelados.
El 3 de enero habló con monseñor Vitelleschi y
por la tarde de la Epifanía mantuvo con él otra
larga conversación, como la que el día anterior
había tenido con el cardenal Berardi, y a
continuación dábase por feliz por haberse
entendido plenamente con el Padre Santo, con el
Secretario de la Sagrada Congregación de Obispos y
Regulares y con el Cardenal su gran amigo. En
realidad, después del Papa, el cardenal Berardi y
monseñor Vitelleschi fueron los que le ayudaron
sin descanso, hasta alcanzar la meta.
El 8 de enero fue a ver al cardenal Constantino
Patrizi, por haberle notificado Su Santidad que en
la Congregación Particular o Comisión Cardenalicia
especial, que se formaría para la aprobación de
las Constituciones, tal vez intervendría el
Cardenal Vicario, y el Papa mismo le había
informado de que el Arzobispo de Turín era del
parecer contrario. El Cardenal ((**It10.745**)) le
recibió con grandes agasajos y declaró, clara y
llanamente, que tampoco él iba de acuerdo con
monseñor Gastaldi.
El día 9 fue al Santo Oficio para rogar al
Comisario, monseñor Sallúa, de los Padres
Predicadores, que dijera una buena palabra a su
Hermano el padre Bianchi, Consultor de la Sagrada
Congregación, que había redactado las treinta y
ocho Observaciones; y también el buen Monseñor,
piamontés, de la diócesis de Mondoví, que conocía
la obra de don Bosco, le recibió y trató de la
manera más cordial.
Mientras tanto, monseñor Vitelleschi le daba la
feliz noticia de que el Padre Santo había
determinado ya formar la Congregación
(**Es10.677**))
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