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toca directamente a vuestro bien. Esta mañana, a
las once, he sido recibido en audiencia por el
Padre Santo; le he encontrado amable, generoso y
condescendiente con todo lo que necesitábamos.
Habló mucho de las cosas de nuestra Congregación,
de los sacerdotes, de los clérigos, de los
muchachos y, por fin, especialmente del Colegio de
Lanzo, del que yo le había hablado en otra
ocasión. Finalmente, queriendo dar una señal de
especial benevolencia, me encargó que os
comunicara su Santa y Apostólica Bendición con
indulgencia plenaria el día que confeséis y
comulguéis.
Agradecí en vuestro nombre la bondad del Padre
Santo y le aseguré que, además de la Comunión para
ganar la indulgencia plenaria, cada uno cuidaría
de comulgar, por segunda vez, según la intención
de Su Santidad.
-También para esta Comunión, replicó con
vivacidad el Padre Santo, concedo indulgencia
plenaria.
Así, pues, queridos hijos míos, admirad la
benevolencia del Vicario de Jesucristo y, al mismo
tiempo, admirad la bondad del Señor, que nos
ofrece tantos medios aptos para asegurarnos
nuestra eterna salvación.
Mientras tanto, amigos míos, >>habéis empezado
bien el año? >>Disfrutáis todos de buena salud?
>>Tenéis todos voluntad de haceros buenos, de
haceros santos, de ser siempre mi consuelo? Oigo
la voz que sale de vuestro corazón y me asegura
que todos vosotros decís sinceramente: sí, sí.
Admitida la sinceridad de vuestra promesa, os
doy un consejo que os será muy útil, y es el mismo
que os ha dado ya vuestro director, formulado en
estos términos: -si queréis ser felices en la vida
y afortunados después en la bienaventuranza
eterna, procurad huir del escándalo y recibid a
menudo la santa Comunión.
Tú, querido Lemoyne, que sé muy bien quieres
mucho a tus alumnos, procura explicarles de manera
clara y práctica mi consejo, y les proporcionarás
un gran tesoro y a mí un verdadero consuelo.
Necesito muchas oraciones en este momento y,
mientras os aseguro que os recomiendo de una
manera particular en la santa misa, os pido por
favor una santa Comunión según mi intención y a
vuestra comodidad.
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté
siempre con nosotros.
Saludos especiales para don Juan Bautista
Lemoyne.
Recomienda a todos, especialmente a los
sacerdotes, que recen mucho para que lleguen a
buen término los muchos y graves asuntos que llevo
entre manos. Entrega la carta adjunta a don
Santiago Costamagna y el tema de la misma quede
reservado, por ahora, sólo para vosotros dos.
En Jesucristo vuestro,
Roma, 5 de enero de 1874.
Vía Sistina, n.° 104
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
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Carísimos don Miguel Rúa
y todos los que vivís en el Oratorio de
Turín:
Hace poco tiempo que me separé de vosotros,
queridos hijos míos, y tengo muchas cosas que
deciros y escribiros.
Os diré, pues, que es tan grande el afecto que
os tengo que donde quiera esté no ceso de pedir a
Dios por vuestro bienestar espiritual y temporal.
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