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una indulgencia plenaria para todos los alumnos y
para las Hijas de María Auxiliadora 1.
El gozo que experimentó en la larga entrevista,
que tuvo con el Sumo Pontífice, igualó al deseo
que tenía de ver, mediante la aprobación de las
Constituciones, definitivamente establecida la
Obra Salesiana. Así se trasluce por las cartas,
escritas o dictadas, y todas firmadas por su mano,
que enviaba a los Directores, en las cuales, junto
con el ardiente deseo de ver progresar en la
virtud a sus hijos, y con la certidumbre de los
buenos efectos de sus oraciones, brilla, de una
manera conmovedora, su afecto de padre.
Aquella tarde escribió a los de Lanzo y a los
del Oratorio:
Carísimo don Juan Bautista Lemoyne:
y todos vosotros, queridos hijos de
Lanzo:
Las primeras palabras que escribo desde Roma a
nuestras casas las dirijo a vosotros, mis queridos
y amados hijos de Lanzo. Tengo esta preferencia
por vosotros, porque sé el cariño que me
profesáis, como lo habéis demostrado siempre que
he ido a pasar un rato con vosotros. Me ((**It10.740**)) guardo
muchas cosas para decíroslas, cuando pueda
hablaros personalmente; en ésta comienzo por
escribiros algo que
1 He aquí el pro-memoria:
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