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espinas se las haya clavado don Bosco. Siempre
hice por ahorrarle disgustos, y yo bien sé con qué
sacrificios. Mi voluntad fue siempre buena. Nunca
he pedido sino que me dijera lo que le desagrada
en mí, y nunca he podido saber nada positivo.
Señala la mediación del canónigo de la
Metropolitana. Paréceme haber condescendido a todo
lo que me ha pedido. Se deseaba que hiciese una
declaración de no aceptar clérigos sin permiso. La
hice. Me habló de Borelli, que no estuvo en
nuestras casas más que momentáneamente para hacer
los ejercicios espirituales, después de los cuales
dejó el hábito clerical. Se habló de Rocca y se
concluyó que, echarlo enseguida, sería dar pábulo
a los murmuradores; esto se haría cuando llegasen
las vacaciones. El teólogo Marengo estuvo de
acuerdo y las cosas se resolvieron en este
sentido.
El día cuatro del próximo septiembre termina el
año escolar en Lanzo y después de esta fecha ese
clérigo marchará a su casa.
Si yo hubiera estado en el puesto que ocupa V.
E., le habría dado permiso para seguir donde se
encuentra, ya por dejar un clérigo a don Bosco,
que cada año manda algunos al Seminario Diocesano,
ya por hacer creer que, cuando un clérigo pierde
su vocación, no es abandonado por su Superior, que
le favorece cuanto puede. Pero como quiera que
ello sea, si no obtiene el permiso que me dice
haber pedido más de una vez, al acabar el año
escolar, se irá a su casa.
Tocante a otras cosas que en ella me dice,
puedo afirmar que en mi vida tendré culpas, de las
que dar cuenta al Señor, pero ((**It10.735**)) no
conozco ninguna que se refiera a V. E. Lo que he
hecho y dicho, en público y en privado, creo que
prueba lo que digo. Hace dieciséis meses que estoy
preguntando lo que V. E. tiene contra el pobre don
Bosco y hasta el momento no he podido saber más
que vaguedades. Si hay algo que yo ignore,
dígamelo, y ya desde ahora le pido perdón. Pero no
añadamos espinas a espinas. Sé que usted cuida de
la mayor gloria de Dios y yo hago lo que puedo con
este mismo fin; >>por qué, pues, no podemos ir de
acuerdo? Intente decirme lo que V. E. quiere de
mí.
No dejo de rogar y hacer rezar por su salud,
mientras tengo el honor de profesarme,
De V. E. Rvma.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
En las horas libres de San Ignacio, compuso
también una Memoria histórica de la Congregación,
que pensaba imprimir y repartir en Roma a todos
los que hubiesen podido ayudarle a alcanzar más
fácilmente la meta, y expuso también las
declaraciones que pensaba hacer acerca de las
últimas Observaciones, y encargaba a don Joaquín
Berto el trabajo de pasar a limpio sus borradores.
Carísimo Berto:
Te doy un trabajo que te obligará a hacer unos
cuantos actos de contrición, pero arréglatelas
como puedas.
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