((**Es10.666**)
Si el señor Arzobispo de Turín me respondiese,
le haré conocer la respuesta. Pero no la espero,
aunque en cierto modo yo se la pida.
El arzobispo Gastaldi había contestado a
monseñor De Gaudenzi:
Génova, Colegio
Brignole Sale, 3-8-1873
Excelencia Rvma.:
La última carta de V. E. es una nueva espina y
nada más que una nueva espina (pues no trae
ninguna clase de bien), añadida a las muchas que
me traspasan; y más dura, aguda y penetrante por
que la clava quien comienza diciéndome que me
quiere y me venera.
Está escrita bajo la presión de noticias que no
tienen nada de verdad; y me duele y me extraña que
el Obispo de Vigévano, al aceptarlas como
verdaderas y hacerse eco de ellas en la carta
dirigida al Superior Eclesiástico de los
individuos de quienes él recibió esas indignas y
desfiguradas noticias, se haya olvidado del orden
jerárquico, el cual pide que, cuando los
Eclesiásticos hablan mal de su Obispo, débese
suponer que la culpa está más bien del lado de
aquéllos que no de éste y se tenga esta manera
misma de hablar, aun cuando estuviera fundada como
indicio de virtud muy mediocre, o más bien, muy
deficiente; puesto que los Santos nunca hablaron
mal de sus Superiores y nunca dieron pie a
escándalos contra ellos.
No sabría explicarme a qué miraba la carta de
V. E., pero, si con ella tenía intención de hacer
algún bien, preciso era prever que con ella
podíase hacer mucho más fácilmente lo contrario
que producir ventaja alguna; mientras que, para
aclarar la cosa a que hace alusión la carta y para
poner remedio, si es que se puede poner, cuando se
trata de personas que se meten una idea fija en la
cabeza y se niegan a sacarla, aun cuando, ((**It10.733**))rogados
por el Arzobispo por medio de uno de sus Canónigos
metropolitanos, no se necesitan escritos, sino
razonamientos exhaustivos y conferencias
amistosas.
Tenía yo gran deseo de tener la oportunidad
para esta conferencia con V. E., confiando que
comprendería las razones y tendría también la
eficacia necesaria para hacerlas comprender a
quien mas lo necesita.
Mientras tanto, aunque es para mí cosa muy
penosa, mi estricto deber pide que siga teniendo
la conducta que tengo con respecto al
mantenimiento de la disciplina eclesiástica,
esperando con paciencia el día en que la sabiduría
y la justicia de Dios pondrán al descubierto todas
las razones y todas las sinrazones: et tunc laus
erit unicuique a Deo. (Y entonces Dios alabará a
cada cual).
Soy con la misma estima y consideración,
De V. E. Rvma.
Su
seguro y afmo, servidor
>> LORENZO, Arzobispo
El Canónigo, al que se hace referencia, era el
teólogo Francisco Marengo, que había recibido el
encargo de aconsejar a don Bosco
(**Es10.666**))
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