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don Bosco. V. E. sabe que aún hace pocos días hice
no pequeños sacrificios para impedir la
publicación de ciertos artículos difamatorios.
Deseo que V. E. esté informado de que hay notas
cerradas en los gabinetes del Gobierno, por obra
de alguien, que se hacen correr por Turín. Consta
en estas notas que, si el canonigo Gastaldi fue
obispo de Saluzzo lo fue a propuesta de don Bosco.
Si el obispo llegó a Arzobispo de Turín, fue
también por proposición de don Bosco. Se
recuerdan, incluso, las dificultades que hubo que
superar para llevar a cabo esto.
En todas estas notas se consignaban también las
razones que me movieron para promover su
nombramiento y, entre otras, el mucho bien que
había hecho a nuestra casa, a nuestra
Congregación.
Se sabe comúnmente el gran bien que podemos
hacernos el uno al otro si estamos de acuerdo, y
los malos se alegrarían mucho con nuestras
desaveniencias.
Ahora dirá V. E.: pero >>qué quiere don Bosco?
Plena sumisión, pleno acuerdo con mi superior
eclesiástico. No pido más de lo que varias veces
dijo el Padre Santo y que ha repetido a menudo V.
E. cuando era Obispo de Saluzzo, a saber: en los
tiempos difíciles en que nos encontramos, una
Congregación naciente necesita toda la indulgencia
compatible con la autoridad de los Ordinarios y,
cuando surgen dificultades, ayudarla con la obra y
el consejo hasta donde sea posible.
-He escrito esta carta sólo con el deseo
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decirle lo que puede servir de norma para los dos
y ser útil para la gloria de Dios; sin embargo, si
se me hubiese escapado alguna palabra inoportuna,
pido humildemente perdón, mientras con profunda
veneración me profeso,
De V. E. Rvma.
Su seguro
y humilde servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
El Arzobispo se mantuvo firme en exigirle una
declaración de que, sin el consentimiento de la
Curia Arzobispal, no recibiría en su Congregación,
como clérigo, a ninguno que hubiese estado en los
Seminarios diocesanos, y aconsejó al canónigo
Marengo que lo convenciera.
Don Bosco dio su consentimiento.
29, mayo de 1873
El que suscribe, siempre feliz de poder cumplir
los deseos de S. E. Rvma., nuestro Arzobispo de
Turín, declara de buen grado:
1. Que no recibirá nunca en las casas de la
Congregación Salesiana, como clérigo, a ningún
alumno que haya pertenecido a los seminaristas de
esta diócesis, a no ser que hubiesen sido
aceptados en las casas de dicha Congregación antes
de los catorce años, según el decreto Pontificio
de 1.° de marzo de 1869, o piensen ingresar para
aprender un arte u oficio.
2. Que ésta es la praxis que se ha seguido
hasta ahora; y no se hará excepción de ninguna
clase sin el permiso o consentimiento de la Curia
Arzobispal.
3. Convencido también de interpretar fielmente
los deseos de su Excelencia
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