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en atención al bien inmediato que de ella
procedía, esperando que la Providencia aportaría
los necesarios remedios.
Pero ahora, que esta Congregación forma parte
de mi Diócesis y siento el deber que me incumbe de
examinar las cosas tal como son y me doy cuenta de
que la obra, por muy desarrollada que parezca,
está lejos de tener la solidez que sería de
desear, juzgo que es mi estricto deber exponer las
cosas a esta Sagrada Congregación, como al
instrumento del que Dios se servirá ciertamente
para ordenar en dicha obra cuanto fuere preciso
ordenar para hacerla sólida y duradera.
Inclinándome al beso de la sagrada Púrpura, con
el máximo respeto me siento honrado por ser,
De V. Eminencia Rvma.
>> LORENZO
Arzobispo de Turín.
No hace falta refutar algunas afirmaciones de
Monseñor, pues todo el que siga leyendo más
adelante, reconocerá que son exageradas y no
conformes con la verdad. Baste hacer mención de
aquel diocesano suyo, ordenado sacerdote cuando
Monseñor era Obispo de Saluzzo: este sujeto nunca
perteneció a la Congregación Salesiana y fue
ordenado por él mismo, contra el parecer de don
Bosco, con título normal eclesiástico.
Con respecto a la afirmación de la absoluta
falta de Noviciado, hay que notar que
prácticamente se hacía de la mejor manera posible
para aquellos tiempos, en los comienzos de la
Obra, encauzando a los que aspiraban a pertenecer
a la Sociedad, para trabajar en favor de la
juventud, viviendo en medio de los alumnos en el
salón de estudio, en el dormitorio, en la iglesia,
en el patio, en el paseo y tomando sobre sí toda
clase de sacrificios; dando también clases diurnas
y nocturnas; y atendiendo, al mismo tiempo, a los
propios estudios. En aquellos tiempos no se podía
actuar de otra manera, mientras que las prácticas
de piedad puede decirse que eran continuas.
Monseñor Ghilardi, Obispo de Mondoví, conocedor de
la vida del Oratorio, cuando don Celestino Durando
fue a hospedarse en su casa para hacer los
ejercicios espirituales como preparación a las
Ordenaciones, quiso llevarlo varias veces consigo
de paseo:
->>Y los ejercicios?, observaba con respeto
aquel buen ((**It10.716**))
Hermano.
->>Qué ejercicios?, contestábale Monseñor;
vosotros los del Oratorio los hacéis cada día,
desde el primero hasta el último del año.
En breve, también en esto se mostraba don Bosco
convencido de que es mejor hacer hoy el bien de la
mejor manera posible, antes que dejarlo para el
día siguiente con la esperanza de poder hacerlo
mejor, pues lo óptimo, solía decir, es enemigo de
lo bueno.
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