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Bosco le parece que, admitiendo a los votos sólo a
los jóvenes, que entraron en sus escuelas de niños
y, durante siete u ocho años y aún más, fueron
diariamente observados con atención y fueron
siempre y son ahora jóvenes modestos, piadosos,
castos, dóciles, mortificados, que esto basta para
juzgarlos aptos para los votos.
Pero esto, a mi juicio, es un error porque la
experiencia de ese largo lapso de tiempo
demostrará plenamente que estos jóvenes son
óptimos cristianos, pero de ningún modo que estén
formados para ese espíritu de sacrificio y para
esa constancia de abnegación e indiferencia sin
las cuales los sujetos no podrán nunca perseverar
en la religión 1.
Por eso, por falta de noviciado, ya han salido
algunos, que habían hecho votos perpetuos y
parecían muy firmes en su vocación. Y habiéndoles
preguntado yo, por qué habían salido, contestaron
precisamente: que como no habían hecho un buen
noviciado, no habían podido formarse un espíritu
suficientemente religioso.
Mientras tanto, esta Congregación, sin ninguna
mala intención, ((**It10.713**))
ocasiona un notable trastorno a la disciplina
eclesiástica de esta Diócesis y temo lo ocasione
también en las Diócesis en las que se establezca.
Y ello porque su Superior tiene la facultad de
presentar para la ordenación a jóvenes, que han
ingresado antes de los catorce años en sus
escuelas, aunque carezcan de patrimonio, con tal
que hayan hecho los votos trienales.
Si, terminados estos votos, los ordenados los
renovasen y siguieran después al servicio de la
Congregación, todo podría marchar bien. Mas, por
desgracia, sucede a menudo que ciertos jóvenes,
que carecen de medios con que pagar la pensión en
el Seminario, ingresan en esta Congregación, donde
cursan gratuitamente sus estudios y son ordenados
título Mensae communis; después, terminados los
votos trienales, salen de la Congregación y se
presentan al Obispo para que los incorpore a su
Diócesis. Pero, entretanto, falta el patrimonio y
>>qué educación, qué instrucción han recibido?
>>Está de acuerdo con la que se da en la Diócesis?
Si al menos fuera don Bosco quien examinara y
formara a estos sujetos; pero no es así; fueron
otros en los que no se encuentra la mente, ni el
ojo, ni el espíritu de don Bosco.
Estando yo en Saluzzo, uno de mis diocesanos se
ordenó en dicha Congregación y poco tiempo después
fue licenciado por haberse descubierto su
intemperancia en la bebida; y sigue todavía con
ella.
Pienso, pues, que la facultad de presentar a la
ordenación sujetos, ligados sólo con los votos
trienales, ofrece un camino demasiado fácil a los
jóvenes que no tienen ninguna intención de hacerse
religiosos y que no buscan en el santuario más que
pan, y así, sin gastar un céntimo, ingresando en
la Congregación de don Bosco, encuentran el medio
para ser ordenados y después, acabado el trienio
de los votos, se presentan al Obispo para que les
busque una pensión eclesiástica y un empleo. Y el
Obispo, por consideración al carácter sacerdotal,
se encuentra en la necesidad de proporcionarles lo
necesario, aun después de haberlos rechazado al
principio cuando se presentaron a pedirle el
hábito eclesiástico.
El asunto es más grave, y sería como
consecuencia de la otra facultad, que don Bosco
afirma tener, de presentar a la Ordenación jóvenes
ingresados en su Congregación aun después de los
catorce años, más aún, después de los veinte años.
Algún clérigo, expulsado del Seminario, se
presenta a don Bosco y éste lo recibe, hasta sin
1 (Nota del señor Arzobispo). Por eso en la
Compañía de Jesús, aunque muchos de sus miembros
se eduquen desde jovencitos en sus colegios, donde
estuvieron siete, ocho y nueve años, sin embargo
no se los dispensa ni de un día de Noviciado.
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