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((**Es10.647**) -Hay un lugar donde los jóvenes se educan para una finalidad m uy distinta a la de ayudar a la diócesis. Todos comprendieron adónde iba la alusión, y don Ascanio Savio, profesor de moral, presentó la lista de los sacerdotes que se hallaban en la Residencia y le hizo observar cómo sólo cuatro de ellos no habían sido educados en el Oratorio de don Bosco. Y el Arzobispo replicó: -íUsted siempre tiene noticias nuevas! -íY su Excelencia también!, contestó sonriendo don Ascanio. En el mismo mes, y para impedir que se llegara a la aprobación definitiva de nuestras Constituciones, cuyas gestiones se había enterado seguían su curso, volvió a escribir al cardenal Bizzarri, Prefecto de la Sagrada Congregación, toda una sarta de lamentos y pretensiones. Turín-Seminario, 20 de abril de 1873 Eminencia Rvma.: Pienso que es un gravísimo deber mío exponer a Vuestra Eminencia Rvma. y por su medio a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, la situación de la Congregación de San Francisco de Sales, instituida por el muy Rvdo. don Juan Bautista Bosco, mi diocesano. Respecto a ella me urgiría mucho saber de Vuestra Eminencia si debe considerarse como ya aprobada por la Santa Sede y por ende admitida ya a gozar de los derechos y privilegios de los Regulares: o más bien ha de ser ((**It10.712**)) considerada como una Congregación que sólo goza de la benevolencia de la Santa Sede, y si los privilegios, que ya le fueron concedidos, deben tenerse en concepto de algo provisional ad experimentum, y nunca extenderse en general a los privilegios de los Regulares. Esta Congregación se formó con el consentimiento del Arzobispo de Turín, monseñor Luis Fransoni; siguió con el consentimiento de su Sucesor, monseñor Alejandro Riccardi y tiene el mío; más aún, deseo de todo corazón que prospere y dure para la instrucción y educación cristiana de la juventud; pero sus Reglas hasta ahora no fueron aprobadas por mí, a quien no se pidió tal aprobación, ni por alguno de mis predecesores. Antes, al contrario, yo no me atrevería a aprobar estas reglas tal como se encuentran al presente y tal como fueron impresas este mismo año por la Tipografía de dicha Congregación. Puesto que faltan las Reglas necesarias para un buen Noviciado, sin el cual nunca habrá por regla ordinaria buenos religiosos, y, en consecuencia, la Congregación nunca ofrecerá motivos para esperar de ella solidez y prosperidad para el porvenir. En cuanto a este punto del Noviciado, a mi juicio, don Bosco anda equivocado. Me parece a mí que los sujetos, que tienen intención de emitir después los votos en la Congregación, deben ejercitarse expresamente durante dos años en la humildad y abnegación y en alcanzar la total indiferencia de sí mismos, que es lo sustancial de un Religioso, y deben dedicarse a ejercicios de ascética especial, como se hace en las órdenes religiosas y especialmente en la Compañía de Jesús. Por el contrario, a don (**Es10.647**))
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