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((**Es10.646**) Seminario, 10 de abril de 1873 Rvdo. señor don Bosco: Me encarga el señor Arzobispo escriba a V. S. muy Rvda. que él no puede decir nada, excepto que V. S. atestigüe que los dos ordenandos arriba mencionados rindieron el examen para la orden correspondiente a la que habrían de ser promovidos el próximo sábado Santo; lo rindieron, digo, en la Curia Arzobispal de Turín y satisfactoriamente. Con profunda veneración soy de V. S. muy Rvda. Su seguro servidor T. CHIUSO, Secretario El Arzobispo no podía pretender dicho examen sobre la ciencia teológica, pues el Concilio de Trento había asignado este examen al Obispo Ordenante. Pero como el querer ordenar a algunos de los nuestros en otras diócesis el día en que él no tenía ordenaciones, le parecía una escapatoria, y, en cambio, a la Pía Sociedad le urgía tener algún nuevo sacerdote, se le dijo que se presentarían al examen; y él, decidido ya a poner dificultades, declaraba íque se debía hacer la petición cuarenta días antes! Como ya no era posible, se le volvió a suplicar que declarara no tener ordenaciones el Sábado Santo, pero ni los quiso admitir al examen, ni hizo la declaración que se le pedía. Poco tiempo después renovaba sus pretensiones y repetía que el ordenando debía presentarse a él cuarenta días antes para ser interrogado por su nombre, apellido, lugar de nacimiento y centro donde hizo los estudios antes de ingresar en la Congregación, años pasados en ella, si tenía votos trienales o perpetuos y ((**It10.711**)) desde cuándo; qué le había movido a ingresar en la Congregación, si estaba satisfecho de su estado, por qué dejó la diócesis, etc., etc. íCon este minucioso examen se metía en el interior de la Congregación, como si ésta fuera en realidad una institución diocesana! Con esta manera de proceder causó en algunos inquietudes y turbaciones de conciencia y a otros les hizo perder la vocación. Sin embargo, pro bono pacis, se consideró conveniente condescender, aun cuando este examen era contrario a las disciplinas eclesiásticas. Su queja continua era que don Bosco cultivaba las vocaciones para sí y no para las diócesis; y un día, hablando con algunos en la Residencia Sacerdotal sobre la necesidad de las vocaciones, movía la cabeza y exclamaba: (**Es10.646**))
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