((**Es10.632**)
1. A mi juicio, ninguno de los miembros de
dicha Congregación puede ser promovido a las
sagradas Ordenes antes de emitir los Votos
perpetuos. De no ser así, pudiendo después de las
órdenes salir de la Congregación sin patrimonio, y
por ende sin título eclesiástico, muchos podrían
recurrir a la Congregación y hacer en ella los
votos trienales, sólo para tener un camino fácil y
sin los gastos necesarios para hacer los estudios
clericales y recibir las Ordenes, para después,
acabados los votos, volver a sus casas y ofrecerse
al Obispo que los quiera recibir.
2. Las Reglas concernientes al Noviciado sean
tales como para formar en él religiosos arraigados
en las virtudes, como sucede en la Compañía de
Jesús.
3. Todos los miembros de la Congregación,
cuantas veces tengan que recibir las Ordenes
Mayores y Menores, sométanse cada uno a lo
prescrito por el Concilio de Trento, sesión XXIII
Cap. 12: Regulares quoque, nec in minori aetate,
nec sine diligenti examine ordinentur: privilegiis
quibuscumque quoad hoc penitus exclusis.
Lo cual se repite en el Pontificale Episcoporum
De Ordinibus conferendis, y no pretendan el
derecho a ser ordenados sin antes ser examinados
por el Obispo o por sus delegados.
Tenga el Obispo el derecho a visitar las
iglesias y Oratorios de la Congregación y examinar
si se encuentran de acuerdo con las leyes
eclesiásticas, y si se cumplen los legados píos.
Le expongo todo esto porque, suponiendo que
también V. E. sea invitado a hacer esta
recomendación, repitiera en ésta, si le parece
bien, las mismas cosas que me parecen muy
necesarias para mantener en adelante la buena
armonía entre los respectivos Obispos y las Casas
de esta Congregación cuando ésta, como lo espero,
sea aprobada.
Con el más alto aprecio y consideración, soy de
V. E. Rvma.
Atto. y
seguro servidor
>> LORENZO,
Arzobispo
Ante este conflicto estaba don Bosco casi
decidido a suspender las gestiones para obtener la
aprobación definitiva y volvía a escribir a
monseñor Manacorda:
((**It10.695**))
Carísimo Monseñor:
Aquí tiene la circular que escribió nuestro
Arzobispo a los Obispos Subalpinos acerca de
nuestra Congregación. Una aprobación en estos
términos destruye todo lo que ya ha hecho la Santa
Sede. Si no hubiese escrito a los otros Obispos,
yo podría poner mi esperanza en las cartas
comendaticias de los demás, pero esta circular,
que yo, por cierto no pedí, demuestra que él se
opone a ello y que probablemente dirá mucho más de
viva voz en sentido contrario, ahora que está en
Roma.
Ahora bien, yo rogaría a V. E. que obtuviera
una audiencia del eminentísimo Berardi y le
preguntase si no sería el caso de diferirlo todo;
tanto más cuanto que nuestra Congregación está
definitivamente aprobada y el Superior puede dar
las dimisorias durante diez años; lo demás se irá
pidiendo a la Santa Sede a medida que lo exija la
necesidad. Pero si su Eminencia, a la vista de la
carta comendaticia de nuestro Arzobispo y de su
circular a los otros Obispos, dice que se siga
adelante, yo me trasladaré inmediatamente a Roma.
(**Es10.632**))
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