((**Es10.61**)
Estaba decidido a no dejarlos avanzar y me
dispuse a detenerlos. Esperaba que de un momento a
otro corrieran la misma suerte que los anteriores.
Quise hacerles volver atrás, cuando noté que su
aparición había provocado la alegría en aquellas
turbas de bárbaros, los cuales bajaron las armas,
cambiaron su ferocidad y recibieron a nuestros
misioneros con las mayores muestras de cortesía.
Maravillado de ello, me decía a mí mismo:
-íYa veremos cómo termina esto!
Y vi que nuestros misioneros avanzaban hacia
las hordas de salvajes; les hablaban, y ellos
escuchaban atentamente su voz; les enseñaban, y
aprendían prontamente; les amonestaban, y ellos
aceptaban y ponían en práctica sus avisos.
Seguí observando y me di cuenta de que los
misioneros rezaban el santo Rosario, mientras los
salvajes corrían por todas partes, les abrían paso
y contestaban con gusto a aquella plegaria.
Los Salesianos se colocaron en el centro de la
muchedumbre, que les rodeó, y se arrodillaron. Los
salvajes echaron las armas a los pies de los
misioneros y también se arrodillaron. Y he aquí
que uno de los salesianos entonó el: Load a María;
y aquellas turbas, todos a una voz, continuaron el
canto tan al unísono y en tono tal, que yo, casi
espantado, me desperté.
Tuve este sueño hace cuatro o cinco años, me
causó mucha impresión, y quedé convencido de que
se trababa de un aviso del cielo. Con todo, no
comprendí su particular significado. Vi claramente
que se trataba de misiones extranjeras, en las que
ya hacía tiempo había pensado con gran ilusión.
El sueño, pues, tuvo lugar hacia el 1872. Al
principio, don Bosco creyó que se trataba de los
pueblos de Etiopía, después pensó en los
alrededores de Hong-Kong y en los habitantes de
Australia y de las Indias; sólo en el 1874, cuando
recibió, como veremos, las más apremiantes
invitaciones para enviar a los salesianos a
Argentina, comprendió claramente que los salvajes
que había visto en el sueño eran los indígenas de
la inmensa región, entonces casi desconocida de la
Patagonia.
((**It10.56**)) 7.
Solemne admonición.->>Por qué tantos se
condenan... ?-Porque no hacen buenos propósitos
cuando se confiesan.
La noche del 31 de mayo de 1873, después de las
oraciones, al dar las <> a los
alumnos, el Siervo de Dios hizo esta importante
declaración, diciendo que era el <> y que <>.
Durante todo el tiempo de la novena de María
Auxiliadora, mejor dicho, durante todo el mes de
mayo, en la misa y en mis oraciones particulares,
pedía al Señor y a la Virgen la gracia de que me
hiciesen conocer cuál era la causa por la que caía
más gente en el infierno.(**Es10.61**))
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