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desde el principio, aunque todos lo deseaban, no
consideraban <>, pero después los
admitieron <>.
En las mismas Reglas se declara también que
<> y
se sienten dispuestos a coadyuvar con los internos
en el ejercicio del sagrado ministerio. Y también
don Bosco, como veremos, puso e insistió muchísimo
para conservar en nuestras Constituciones el
capítulo De los Externos, dispuestos a cooperar,
según la propia capacidad, en nuestro apostolado,
sin vínculo de votos, obedientes a las
disposiciones sugeridas por el Rector Mayor.
Al presente, para comprender plenamente el
espíritu de nuestro Fundador, conviene, ante todo,
detenernos un poco a considerar el trabajo que le
costó la compilación de las Constituciones.
El ejemplar publicado en el quinto volumen de
las Memorias Biográficas, el más antiguo de los
que nos quedan, escrito a mano por el clérigo
Carlos Ghivarello, con muchos retoques y
añadiduras de don Bosco, que, siguiendo el consejo
de Pío IX, lo primero que cambió fue el título de
Congregación por el de Sociedad, está dividido en
once capítulos:
((**It10.664**))
(Introducción).
Origen de esta Sociedad.
Fin de esta Sociedad.
Forma de esta Sociedad.
Del voto de obediencia.
Del voto de castidad.
Del voto de pobreza.
Gobierno interno de la Congregación.
De los demas Superiores.
Admisión.
Practicas de piedad.
Y he aquí cómo, en el tercer capítulo, estaba
ya claramente delineado el fin del Instituto:
1. El fin de esta Sociedad es el de reunir a
sus miembros eclesiásticos, clérigos y seglares,
para perfeccionarse a sí mismos imitando las
virtudes de nuestro Divino Salvador, sobre todo la
caridad con los muchachos pobres.
2. Jesucristo comenzó a hacer y enseñar; del
mismo modo los socios empezarán a perfeccionarse a
sí mismos con la práctica de las virtudes internas
y externas, con el estudio, y luego trabajarán por
el bien del prójimo.
(**Es10.604**))
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