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Aquel desgraciado alumno, aprendiz según
parece, fue el mismo al que se refirió también don
Luis Piscetta, alumno del Oratorio en el curso
1872-1873, en el Proceso Informativo.
En el año 1873 don Bosco reunió una noche a
todos los aprendices y estudiantes, y en la
plática que les dio, predijo, y yo estaba
presente: que moriría un joven, cuya muerte debía
servir de lección, pero no de ejemplo a imitar. Un
mes después murió el muchacho de quince años G...
O..., que estaba completamente sano en el momento
de la predicción.
Cayó enfermo, le visitaron varios sacerdotes y
le recomendaron calurosamente que pensase en su
alma; pero él se negó obstinadamente aduciendo
diversos pretextos. Perdió el oído y la palabra y,
si bien los volvió a recuperar, ((**It10.53**)) aunque
no del todo antes de morir, no quiso saber nada de
confesión y murió sin recibir los Sacramentos. A
su muerte estuvo presente Santiago Ceva y fueron
testigos de su obstinación Carlos Fontana y Miguel
Vigna.
Sin duda don Bosco no dejó de hacer cuanto pudo
para prepararlo al gran paso; pero después, en
aquellos días, hubo de ausentarse del Oratorio. El
pobre joven, que se encontraba muy bien de salud,
enfermó de improviso. Llamaron para confesarle a
don Juan Cagliero, el cual le invitó con las más
suaves maneras a que pensase en su alma; pero el
infeliz, que apenas contaba quince años, le dijo
repetidas veces que no era todavía tiempo, que no
tenía ganas y que le dejase tranquilo. Don Juan
Cagliero se acercó nuevamente y empezó a hablarle
amigablemente de diversas cosas, hízole después
algunas preguntas sobre su vida pasada, pero el
pobrecillo, que le había contestado ya algo, al
darse cuenta de la intención del sacerdote, calló
y se volvió hacia la otra parte. Don Juan Cagliero
insistió nuevamente, pero él persistió en su
mutismo y murió sin recibir los Sacramentos el
mismo día que don Bosco regresaba al Oratorio.
La impresión de terror que esta muerte causó en
los muchachos duró mucho tiempo.
6. Primer campo evangélico destinado a las
misiones Salesianas: la Patagonia.
He aquí el sueño que decidió a don Bosco a
iniciar el apostolado misionero en la Patagonia.
Lo contó por vez primera a Pío IX en el mes de
marzo de 1876. Después repitió el relato del mismo
a algunos salesianos en privado. Al primero a
quien hizo esta confidencia fue a don Francisco
Bodrato, el 30 de julio del mismo año. Aquella
misma noche se lo contó él(**Es10.59**))
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