((**Es10.564**)
Once de ellas hicieron también los votos
trienales, y entre éstas María Mazzarello.
El Santo asistía a la piadosa función revestido
de roquete. Como comenzaran las novicias a leer la
fórmula de los votos todas juntas, les invitó a
hacerlo una por una; y así lo hicieron...
A las profesas se les puso al cuello un
crucifijo, y a las novicias, la medalla de María
Auxiliadora.
Hubo una que había pedido tomar el hábito, pero
no fue admitida por consejo del Santo. Prefería
sus devociones particulares a las de la comunidad,
y al informarse don Bosco de ello, repuso que se
la hiciese esperar, pues probablemente no
perseveraría; efectivamente, al poco tiempo volvió
a su casa.
Terminada la ceremonia, pronunció una breve
plática en la que dijo, entre otras cosas:
<>sabéis cuándo sucede esto?
El nardo despide olor cuando está bien
machacado... No os sepa mal, queridas hijas mías,
que os traten tan mal ahora en el mundo. Animaos y
consolaos, porque sólo de esta manera llegaréis a
ser capaces de hacer algo en la nueva misión. El
mundo está lleno de lazos; no se puede dar un paso
sin encontrar peligros; pero si vivís de una
manera digna vuestra condición, pasaréis incólumes
y podréis hacer mucho bien a vuestras almas y a
las de vuestro prójimo>>.
Y el pueblo no tardó en disfrutar del buen
ejemplo que daban ((**It10.618**)) las
nuevas religiosas y, por consiguiente, en tener
por ellas la más alta admiración.
Don Bosco no dejó de recordarlas que, a partir
de aquel día, se llamarían sencillamente <>.
Fue indescriptible el gozo, digámoslo mejor, la
santa alegría que inundó el corazón de las nuevas
religiosas. Por la casa resonaron todo el día
himnos sacros en honor de María Santísima.
Conviene referir el juicio que don Domingo
Pestarino hizo de la Vicaria en unos apuntes,
donde tomó nota de las primeras Hijas de
(**Es10.564**))
<Anterior: 10. 563><Siguiente: 10. 565>