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formación de las primeras aspirantes, por el
contenido y por el detalle de hacer conocer y
practicar las Reglas, entregadas.
Como quiera que sea, el primer paso ya estaba
dado y urgía dar otro importante: dotar a las
aspirantes de una morada conveniente.
Estaba la casa Carante, que había podido servir
para algo, pero era demasiado pequeña. Por otra
parte, >>cómo meterlas en el edificio nuevo sin
despertar descontento en el pueblo?
íHe aquí otras disposiciones de la Providencia!
La casa parroquial amenazaba ruina y no admitía
reparaciones. Era necesario proporcionarles
urgentemente una vivienda provisional. Se trató el
asunto en el Ayuntamiento el 8 de mayo de aquel
año y, de acuerdo con el acta de la sesión, se
decidió demoler la casa vieja y rehacerla. Uno de
los concejales rogó a don Domingo Pestarino (que
formaba parte del Concejo) que alquilara al
Ayuntamiento la casa que tenía junto a la
parroquia en la que podría, entretanto, ((**It10.613**)) vivir
el párroco. Don Domingo declaró que no le era
posible, porque estaba ocupada por las pobres
muchachas que atendían al trabajo y a ser útiles
al pueblo. Pero el otro insistió diciendo que
podría trasladar las muchachas al Borgo Alto, al
edificio nuevo casi terminado, y todavía vacío. El
buen don Domingo Pestarino vio en aquella
invitación una disposición de la divina
Providencia y aceptó. Se convino en entregar al
Ayuntamiento las llaves de su casa el 5 del mismo
mes de mayo.
Pero >>cuándo tuvo lugar el traslado? Dejando
de lado las diversas fechas que intentaron
encontrar en sus recuerdos las más ancianas del
Instituto, nosotros estamos en que se realizó en
la vigilia o en el día de la fiesta de María
Auxiliadora. Y como en el colegio no había más que
algunas dependencias en condiciones para ser
habitadas, ya ocupadas por don Domingo y sus
familiares, la comunidad se las arregló lo mejor
que pudo, parte en casa Carante, parte en la
planta baja del Colegio. Trasladar los míseros y
escasos muebles costó poco trabajo. Pero se
llevaron también los gusanos de seda, que solían
cuidar para sacar alguna ganancia, aunque con
miedo a que ya no hicieran más capullos; pero el
Señor premió su pronta obediencia, porque
recogieron once miriagramos, que les vinieron muy
bien para los primeros gastos.
En casa Carante, como decía y dejó escrito don
José Pestarino, nunca tuvieron una morada fija, ni
exclusiva, sino que la ocuparon sólo de paso,
porque, a medida que se les ofrecía la
posibilidad, iban arreglándose en el nuevo
edificio, en el que, a lo que parece, estaban
plenamente establecidas a primeros del año
siguiente.
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