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suelo, e invitaba a las compañeras al opíparo
banquete. Faltaban los platos, faltaban los
cubiertos, pero no las ganas. Cuando también
faltaba la carne, mi hermana la suplía con sus
amenas y santas palabras. Efectivamente, parecía
que sus conversaciones prestaban tal aderezo a la
pobre comida que resultaba más agradable que el
más exquisito manjar. Eran pobres, pero estaban
contentas con esa alegría, que procede de la
gracia de Dios y del deseo de imitar a Jesucristo
y a la Santísima Virgen en la casa de Nazaret>> 1.
En la visita de don Bosco a Mornese quiso María
Auxiliadora dar una señal de predilección a su
devotísimo Siervo. Transcribimos la narración de
un hecho verdaderamente singular, salida de la
pluma de Lemoyne en presencia de los testigos, que
se la habían contado, tal y como fue firmada por
ellos mismos.
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<>Llegó don Bosco a Mornese en los últimos días
de abril. La madre le llevó el niño para que lo
bendijera y, mientras hacía la generosa ofrenda de
sus alhajas de boda, le rogó le dijera qué día
curaría. Contestó sonriendo don Bosco:
>>-Puesto que vos sois generosa con la Virgen,
creo firmemente que seréis escuchada y que, a
fines de mayo, vuestro hijo curará. Mientras
tanto, rezad.
>>Siguió la enfermedad con la misma gravedad
durante todo el mes de mayo; la misma mañana de la
fiesta de clausura del mes supuraba el brazo como
antes, sin experimentar mejoría alguna.
>>La familia había ido a la parroquia a la misa
mayor. En casa se habían quedado la madre y el
abuelo, padre de Jerónimo. De pronto, mientras
sonaban las campanas del mediodía, comenzó el niño
a moverse, a agitarse muy alegre y con el brazo
enfermo, que nunca había movido, intentaba agarrar
el velo que cubría la cuna. Corrió el padre de
Jerónimo a llamar a la mamá, acudió ésta y, fuera
de sí por
1 Véase: Boletín Salesiano, en italiano,
diciembre 1881.
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