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perdía a su padre y renovaba el compromiso de
estar siempre con María y ayudarla asiduamente.
Era patente que las dos jóvenes emprendían un
apostolado, que se diferenciaba algún tanto del
programa de la Pía Unión, o mejor, se extendía a
un campo más amplio. Comenzaron a trabajar en casa
de Teresa Pampuro, otra hija de la Inmaculada.
Después de varios cambios de residencia, errantes
como don Bosco en los comienzos del Oratorio, se
establecieron en casa Maccagno. Alquilaron después
otra habitación, luego otra más, recogieron a dos
huerfanitas, a otras dos, y empezaron algo así
como un pequeño hospicio para niñas
desamparadas... íPero no era bastante! Junto al
taller había un pequeño patio y, con el permiso de
don Domingo Pestarino y del propietario, no tardó
María en transformarlo en Oratorio festivo.
>>Cómo se le ocurrió la idea?
No podemos dejar de admirar en don Domingo
Pestarino al hombre providencial. También él,
antes de conocer a don Bosco, tenía vivo en el
corazón el apostolado por la juventud y un afecto
particular a los jóvenes. Baste mencionar las
industrias a que acudía en los últimos días de
carnaval para alejarlos de los desórdenes y
peligros. Los juntaba en su casa, preparaba a sus
expensas todo lo necesario para entretenerlos
alegremente con juegos honestos, con cantos y
alguna que otra representación escénica; añadía
botellas, dulces y todo lo que podía favorecer la
más cordial alegría.
A una hora oportuna los acompañaba a la iglesia
parroquial, rezaban las oraciones y los enviaba a
sus casas, después de haberlos invitado para la
mañana siguiente a oír la santa misa, rezar juntos
el rosario y recibir los santos sacramentos. Todo
esto, antes de encontrarse con don Bosco.
Era hijo de campesinos acomodados. Antes de
perder a su padre soñaba con tener a su
disposición un trozo de terreno, que era parte del
patrimonio paterno, precisamente en el altozano
del Borgo Alto. Cuando murió el padre no manifestó
a nadie su deseo, pero he aquí que, en la
partición de la herencia, le tocó precisamente
aquel terreno. Dejó escrito don Domingo: Hacía
muchos años que pensaba (si por acaso el Señor
disponía que en la división del patrimonio con mis
hermanos me tocara ((**It10.585**)) a mí
aquel lote de tierra) levantar una casa con
capilla y diez o doce habitaciones para el bien de
la juventud, para reunir allí a los niños del
pueblo, especialmente en las fiestas, y
entretenerlos con honestas diversiones; después
juntarlos en la capilla, instruirlos y animarlos
al bien del alma, al amor de Dios y al respeto y
verdadera sumisión y amor a los padres y
superiores.
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