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Le hubiera gustado mucho volver al lugar
sagrado durante el día, pero no se lo permitía la
distancia. Si por algún motivo tenía que ir al
pueblo, no dejaba de entrar y estarse allí largo
rato, rezando fervorosamente con la mirada puesta
en el Sagrario.
A Jesús Sacramentado volaba su pensamiento, y
volvía a menudo la mirada hacia la Iglesia a lo
largo de jornada; no dejaba de hacerlo por la
tarde, a la hora en que se reunían en la parroquia
muchas almas piadosas, atraídas por el celo del
piadosísimo sacerdote Domingo Pestarino, para
hacer la visita al Santísimo Sacramento, un poco
de meditación y lectura espiritual y rezar el
Rosario.
A aquella hora, cuando se encendían las velas
del altar y, por un efecto afortunado de
ubicación, las vidrieras del ábside del templo se
iluminaban con vivos reflejos, que se veían
también desde la alquería Valponasca, María solía
apartarse de los suyos y colocarse junto a la
ventana desde donde se divisaba aquel resplandor.
Allí, ícon la mirada clavada en la iglesia, rezaba
y rezaba con el mismo fervor que si estuviera
delante del altar! Los familiares no tardaron en
darse cuenta de ello y empezaron también a ponerse
a su lado el padre, la madre, tres hermanos y tres
hermanas menores que ella para rezar juntos las
oraciones de la noche.
Por aquellos tiempos no había en las aldeas del
Piamonte escuelas para niñas. María, deseosa de
adelantar en la virtud ((**It10.578**))
mediante el conocimiento de la Religión y de los
propios deberes, aprendió privadamente a leer y
comenzó a meditar libros devotos como la Práctica
de amar a Jesucrito, las Máximas eternas de san
Alfonso, el Diario espiritual, sacando de ellos
alientos y orientaciones prácticas para vivir
unida a Dios.
Era una alma hermosa. Todos lo comprendían así,
sobre todo cuando salían de sus labios aquellas
frases lapidarias cuando decía, según su
costumbre, una buena palabra a las personas
conocidas.
Acostumbraba decir en sus paseos matutinos bajo
el ardiente centelleo del firmamento:
-íMirad cuántas estrellas y qué
resplandecientes! íAlgún día estarán bajo nuestros
pies, porque nosotros estaremos más altas que
ellas!
Los caminos del Señor, cuando hubo que preparar
la primera Superiora de las Hijas de María
Auxiliadora, fueron tan maravillosos que nos
parece se le pueden aplicar las palabras de la
Biblia: Yo le he suscitado en gracia para educar a
la práctica de la honestidad y de la religión
también a las jovencitas, y todos sus caminos
allano (Is. 45, 13).
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