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((**Es10.518**) Roma, 9 de septiembre de 1874 Reverendo y querido don Bosco: En estos días ha llegado al Ministerio una petición del Obispo de Pavía 1 para obtener el exequatur de su nombramiento. He visto con mucho agrado este primer acto de respeto a la ley por parte de uno de los nuevos Obispos. >>Por qué no siguen este ejemplo los Obispos de Parma y de Vigévano, que usted me recomienda? >>No es igual para todos la ley civil y eclesiástica? >>La conciencia del Obispo de Pavía es acaso distinta de la de sus hermanos en Cristo? No lo puedo, ni lo debo creer. Exhórtelos, pues, a seguir su laudable ejemplo y el Gobierno cumplirá su deber concediendo el Exequatur a todo el que no resulte ser indigno por todo concepto. En esta molesta situación siento decirle que se encuentra el Obispo en Mantua, condenado hace poco por una de sus muchas indiscreciones, por no decir algo peor, a la cárcel, que pronto tendrá que sufrir. Por mucho que me aflija el espectáculo de un Obispo encerrado en la cárcel como delincuente, siento, sin embargo, el deber de defender el respeto que se debe a las leyes del Estado y la fuerza de las mismas. Monseñor Rota será una calamidad para la diócesis de Mantua, a la que por fin tendrá que renunciar, si no cambia su actitud hostil al Gobierno y sus leyes 2. No ha sido posible favorecer a su recomendado el abogado Bertinelli. Es muy grave su delito y muy leve la pena, que le fue impuesta y de la que hasta ahora se ha librado con la ocultación. Sométase a la condena, vaya dócilmente a la cárcel y, cuando haya sufrido una buena parte del castigo, se verá si es el caso de condonarle la otra parte. Es algo singular que un ladrón de una gran cantidad, con perjuicio para religiosos, que habían colocado en él toda ((**It10.567**)) su confianza, haya encontrado tantos intercesores entre los Prelados Romanos y haya logrado, incluso, aprovecharse de los buenos oficios del bonísimo don Bosco. Usted sabe muy bien cuán grande es mi deseo de mejorar las relaciones entre el Estado y el Clero y hasta dónde estoy dispuesto a dar facilidades, dentro de los límites de la ley, aun respetanto ciertas prohibiciones y ciertos escrúpulos, que no podía reconocer como razonables ante Dios ni ante los hombres. Mas, por desgracia, he sido bastante mal correspondido y ahora me veo obligado, por la inexplicable resistencia del Alto Clero, a dar de lado a toda indulgencia, que pueda tener apariencias de debilidad o, peor todavía, de tímido vasallaje. Si todo el Clero estuviese animado de sus prudentes y moderados sentimientos, dignos por todo concepto de un Sacerdote virtuoso y un buen súbdito, usted y yo tendríamos muy pronto la satisfacción de disfrutar los buenos frutos de una recíproca condescedencia en las cosas de la Iglesia relacionadas con el Estado. Haga, pues, usted una prudente propaganda y obre ese milagro que algunos, quizá demasiado desconfiados, proclaman como imposible. Siga el cielo bendiciendo y propagando sus múltiples obras de caridad y nos le conserve para bien de la Iglesia y del Estado. Celebro profesarme con sincero aprecio. Su seguro servidor VIGLIANI 1 Monseñor Lúcido María Parocchi, más tarde Cardenal, Vicario de León XIII y Canciller de la Santa Iglesia Romana. 2 Está en curso la causa de beatificación y canonización de monseñor Pedro Rota, Obispo de Guastalla, después de Mantua, y finalmente Arzobispo titular de Tebas y Canónigo de San Pedro en el Vaticano. (**Es10.518**))
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