Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es10.516**) queden bajo su jurisdicción. Los Obispos (dado que estos muchachos proceden de todas las diócesis) no quieren, y tienen razón, renunciar a ejercer su jurisdicción sobre los respectivos sujetos y más en estos tiempos en que hay escasez de sacerdotes. >>La Congregación de Obispos y Regulares, después de profundos estudios, ha encontrado un termíno medio, que sin agraviar las justas observaciones de los Obispos, concede a don Bosco suficiente facultad sobre los sacerdotes de su Congregación en la medida de las necesidades de los centros por él fundados y por fundar. >>Después de lo que he dicho, contaré todavía un hecho. Fue un día don Bosco a tratar un asunto con cierto alto personaje del gobierno. Este, llevado por la índole del razonamiento, repitió con palabras lo que nunca se había mantenido con los hechos, a saber, que el gobierno tenía con la Santa Sede la mayor consideración, un gran respeto al Papa, y que no quería invadir los poderes de la Iglesia; en fin, todo un mundo de bonitas palabras y por eso que no comprendía cómo el Papa quería obstinarse (sic) en no querer dar un paso hacia un estado de cosas que ya no se podía (!!!) alterar. El óptimo sacerdote refirió en otra parte estas palabras, pero no se atrevió a añadir ni una palabra suya. Si podían estas palabras tener algún valor, estaban, sin embargo, muy lejos de aludir a una misión que don Bosco se habría guardado de asumir. >>Et nunc erudimini (Y ahora aprended)>>. Mientras la prensa esparcía a los cuatro vientos todas estas necedades y don Bosco había vuelto a Turín, en Roma se mantenían vivos los más gratos recuerdos en todos los que le habían tratado. En el Vaticano crecía más y más su fama de santidad. A poco de volar don Bosco al Cielo, el 14 de marzo de 1888, el profesor Juan Lorini enviaba a don Miguel Rúa esta declaración: <((**It10.565**)) mi ilustre amigo el marqués Augusto de Baviera, tuve el alto honor de ser presentado en audiencia privada a Su Santidad Pío IX y al cardenal Antonelli. Pues bien, aquella tarde de abril, mientras estuve en coloquio secreto con el cardenal Antonelli, se habló de muchos prelados de Lombardía y Piamonte. Lógicamente nuestra conversación llegó también al humilde y gran sacerdote a quien todo el mundo ensalzaba, a don Bosco, y sus obras milagrosas y al gran bien que iba haciendo a la humanidad. Recuerdo que precisamente aquella tarde me atreví a preguntar a su Eminencia: >>-Decid, Eminencia: >>por qué no habéis hecho todavía Cardenal a un varón tan santo como don Bosco? (**Es10.516**))
<Anterior: 10. 515><Siguiente: 10. 517>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com