((**Es10.503**)impruden
tísimo, dio la noticia a algunos dignatarios; la
cosa se hizo pública por todas partes, se sabe
hasta fuera del Estado, y Bismarck me escribe que
se extraña, cómo con las iniciativas tan bien
encaminadas según él para unir a Italia y Prusia
en un mismo interés, ahora se hacen estas
concesiones. Yo me encuentro en un gran apuro.
Don Bosco pidió al Ministro unas horas para
reflexionar sobre la situación. Volvió aquella
misma tarde y, después de largas conversaciones,
se convino en resolver la dificultad, actuando con
extremada circunspección. Pero fue menester tiempo
hasta volver a encarrilar las negociaciones.
Finalmente pareció que se podía llegar a una
conclusión. Estaba don Bosco en las salas
contiguas al aula del Parlamento aguardando la
respuesta definitiva del ministro Vigliani. Varios
diputados, Crispi entre ellos, al oír que estaba
allí don Bosco, se apiñaron curiosos a su
alrededor para saber, cómo el mismo don Bosco
decía, íqué tipo de bicho era! Crispi pensó
aprovechar la ocasión para inducirle a que tuviera
a bien obtener del Papa la facultad de poder
celebrar la misa, y por ende el privilegio de
capilla y altar, en el palacio del Quirinal, pues
ansiaba conseguir el deseo expresado por la
princesa Margarita, de poder oír misa los domingos
en casa. Quería Crispi con esto congraciarse con
la Corte. Contestóle don Bosco que no correspondía
a su condición inferior, presentar al Papa una
petición que miraba a anular el efecto de una
sentencia suya anterior: el entredicho.
-Pero usted, replicó Crispi, que sabe salir
bien de tantos apuros >>no podría encontrar un
medio para lograr que se pueda volver a celebrar
misa en el palacio del Quirinal?
-íHabría un medio, y es el único...!
->>Cuál es? íCuál es:, exclamaron a una varios
diputados.
-No me atrevo a proponerlo, señores míos.
-Hable, hable; >>cree usted, tal vez, que
nosotros no somos capaces de ir a oír misa?
-No es eso.
->>Entonces?
((**It10.550**)) Miren;
don Bosco es franco y amigo de llamar a las cosas
por su nombre; tengo miedo de ofenderles.
-íNo!... íNo!... No lo tema, también nosotros
somos francos y amamos la franqueza.
-Pues bien, todos ustedes son personas bien
educadas y distinguidas, unos por una cualidad, y
otros por otra; por eso, animado por sus señorías,
puedo hablar con toda confianza. >>Quieren ustedes
(**Es10.503**))
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