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((**Es10.489**) fui llamado urgentemente y me expusieron muchas observaciones para el Arzobispo de Turín por haber dado publicidad a las cosas, de las que los diarios se habían adueñado; los diputados habían amenazado con interpelaciones, el Consejo de Estado era de parecer incierto, etc., etc. Pero todo esto no era más que un pretexto para ocultar la verdad. El hecho cierto es que el día anterior se había recibido una carta violenta de Bismarck protestando contra las voces de conciliación y especialmente contra los Obispos que etc. Las negociaciones no están rotas, pero, sí, suspendidas. Antes del fin de semana espero poderle escribir más cosas. Me encomiendo a la caridad de sus oraciones; haga pedazos esta carta, De V. E. Rvma. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. ((**It10.534**)) 16. Oposición absoluta La publicidad dada a los ensayos que se estaban haciendo y la intervención de Bismarck no lograron, por el momento, más que aconsejar se continuaran en secreto absoluto. Don Bosco mismo, como se trasluce del diario de don Joaquín Berto, dejó de mencionarlos hasta en la intimidad familiar; mas las gestiones se prosiguieron con la esperanza de llegar a una solución. Pero los diarios clericales, anticlericales y masónicos no dejaban de hablar de ellas. El Journal de Florence del 8 de febrero (año IV, n.° 31 ), exponía en primera página, y en el artículo de fondo, los motivos que habían llevado a don Bosco a Roma, y, dos días después, lo publicaba en italiano el Emporio Popolare de Turín: <>La cuestión del exequátur para las bulas de preconización de los Obispos italianos ha vuelto a salir a escena. Primero la Libert…, después la Opinione habían dado la voz de alerta anunciando que el reverendo don Bosco, sacerdote de Turín, se encontraba en Roma, donde hacía el papel de intermediario entre la Santa Sede y el Gobierno italiano para inducir a éste a renunciar a la pretensión del exequátur, y a reconocer los Obispos nombrados por el Sumo Pontífice. Hemos creído prudente hasta ahora guardar silencio sobre un asunto de tanta gravedad; porque, al tratarlo, hubiéramos tenido que mostrar que, si en este negocio cedía alguno, era el Gobierno italiano y no la Santa Sede y evidentemente esta revelación no podía dejar de perjudicar el éxito de las negociaciones. (**Es10.489**))
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