((**Es10.469**)
>>Efectivamente, a las diligencias de Ghiglini
se debe que se permitiera a los católicos castizos
tomar parte en las elecciones administrativas y
políticas, rechazando la antigua fórmula de ni
elegidos ni electores. Esperaba el buen viejo
conseguir algo más; y él, alma recta y honesta, no
se sabía explicar la obscura y baja política del
Vaticano y no se atrevía a romper definitivamente
con él, soñando siempre con un tardío, pero
sincero arrepentimiento. Con estas esperanzas y
sueños murió, y a don Bosco hubiérale parecido
faltar a la promesa, que le hizo al morir, si no
acudía a todos los medios para conciliar a la
Iglesia con el Estado, aun a costa de desagradar a
los dos 1.
>>Y éste ha sido de hecho el resultado de sus
intentos. En el Vaticano, creo yo, se hubiera
recibido mejor a un general ((**It10.512**)) del
usurpador que al pobre don Bosco. Se le dijo que
su intervención era funesta para los verdaderos
intereses de la Iglesia, pues ésta no puede
avenirse a pactar con quien la ha ultrajado y
despojado, y da muestras de querer actuar peor en
adelante, y que todo preliminar de conciliación
sería baldío sin la restitución in pristinum (a su
primer estado) de las cosas a como estaban antes
del 1870. Exigencias, como veis, estupendas y
tales que aún un vencedor tendría dificultad para
imponer al vencido.
>>Y aquí el caso es a la inversa; se trata de
un vencido que se encara amenazador con el
vencedor y pretende dictarle condiciones.
íMaravilloso! Pero el paseo de don Bosco ha tenido
otro fin, a saber, buscar todas las maneras
posibles para que los obispos elegidos por la
Santa Sede pudieran obtener el Exequátur del
Gobierno de Italia.
>>El Vaticano prohibió a estos señores
presentar al Gobierno las bulas originales; sólo
les concedió, por vía de excepción, poder mostrar
al ministro de Justicia un extracto de la bula,
una especie de certificado expedido por la
cancillería apostólica. El Ministro, a la
1 El senador Lorenzo Nóbile Ghiglini murió a
últimos de noviembre de 1873. Era médico, liberal
moderado y no muy practicante en cuanto a
religión; pero más de una vez había declarado que,
en punto de muerte, quería ser asistido por el
canónigo Nasi, o por don Bosco, a quien había
tenido en su casa a comer y al que profesaba gran
veneración.
Encontrábase don Bosco en San Pier d'Arena,
cuando supo que el senador estaba enfermo y fue a
visitarlo. Al ver y oír que su estado era grave le
dijo:
-Señor, usted, podría curar; pero sería
prudente recibiese los sacramentos.
-Puesto que está aquí, contestó el Doctor,
aprovecho gustoso su presencia.
Y don Bosco lo confesó. Cuando salió de la
habitación, dijo a la señora que enviase a la
parroquia de San Sixto a pedir el Viático,
mientras él preparaba al enfermo para recibirlo.
íQué alegría para la señora Ghiglini!
Y así se hizo. Cuando el Senador murió, don
Bosco no estaba presente, pero ítodo estaba
arreglado!
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