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Gobierno del mariscal Mac-Mahón que no reconocería
a un Papa elegido en Roma.
>>Entretanto parece que Alemania ya ha hecho
saber por vía oficiosa que no reconocería a un
Papa elegido fuera de Roma>>.
Se quería, por todos los medios, aumentar en el
pueblo el sentimiento de hostilidad hacia la
Iglesia, que había ido extendiéndose después de la
conquista de Roma; y también con motivo de la
Bula, completamente nueva, se hizo tanto ruido que
el cardenal Antonelli enviaba, el 17 de enero, a
los representantes de la Santa Sede una circular,
de pocas palabras, que después fue publicada y
bastó para hacer callar a los malvados y
avergonzar a los impostores.
El segundo artículo del Sécolo de Milán, que se
leía en el mismo número, traía noticias menos
agrias, pero evidentemente pesimistas y
embusteras, sobre los agasajos dispensados a don
Bosco en el Vaticano.
<> (C) Los ridículos intentos de conciliación
entre la Curia romana y el Gobierno, intentos
iniciados por don Bosco, por mandato de una
fracción bastante numerosa de nuestros así
llamados hombres políticos, han abortado. Toda
persona de buen sentido lo preveía desde que
comenzó a correr la voz; mas parece que, a estas
alturas, el buen sentido no es requisito
indispensable para los hombres políticos.
Tratándose de don Bosco, no es de extrañar que el
vivo y sincero deseo de una conciliación se la
haya hecho vislumbrar como posible, siendo así que
no era más que un sueño de la exaltada fantasía de
unos pocos ilusos. Por otra parte, un buen número
de Obispos del Piamonte le había confiado la
honrosa misión y, él quiso cumplirla con toda la
diligencia que le dictaba la conciencia de su
propio deber.
((**It10.511**)) >>Hay
más. En su viaje de Turín a Roma, tuvo don Bosco
ocasión de detenerse unos días en Génova,
hospedado en casa del senador Lorenzo Ghiglini,
uno de los miembros más activos e inteligentes del
partido acaudillado por César Cantú. El pobre
Senador, abrumado por los años y por una cruel
enfermedad, falleció precisamente cuando don Bosco
se hospedaba en su casa; y fue don Bosco quien le
atendió en los últimos momentos y recogió sus
últimos deseos. Pues bien, se cuenta que Ghiglini
pidió a su antiguo amigo, como último favor, que
trabajara con todas sus fuerzas para hacer
triunfar en el Vaticano los principios
conciliatorios, que él predicaba hacía tanto
tiempo en libros y en escritos, pero sin acercarse
de vez en cuando ni un milímetro a la suspirada
meta.
(**Es10.468**))
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