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((**Es10.468**) Gobierno del mariscal Mac-Mahón que no reconocería a un Papa elegido en Roma. >>Entretanto parece que Alemania ya ha hecho saber por vía oficiosa que no reconocería a un Papa elegido fuera de Roma>>. Se quería, por todos los medios, aumentar en el pueblo el sentimiento de hostilidad hacia la Iglesia, que había ido extendiéndose después de la conquista de Roma; y también con motivo de la Bula, completamente nueva, se hizo tanto ruido que el cardenal Antonelli enviaba, el 17 de enero, a los representantes de la Santa Sede una circular, de pocas palabras, que después fue publicada y bastó para hacer callar a los malvados y avergonzar a los impostores. El segundo artículo del Sécolo de Milán, que se leía en el mismo número, traía noticias menos agrias, pero evidentemente pesimistas y embusteras, sobre los agasajos dispensados a don Bosco en el Vaticano. <> (C) Los ridículos intentos de conciliación entre la Curia romana y el Gobierno, intentos iniciados por don Bosco, por mandato de una fracción bastante numerosa de nuestros así llamados hombres políticos, han abortado. Toda persona de buen sentido lo preveía desde que comenzó a correr la voz; mas parece que, a estas alturas, el buen sentido no es requisito indispensable para los hombres políticos. Tratándose de don Bosco, no es de extrañar que el vivo y sincero deseo de una conciliación se la haya hecho vislumbrar como posible, siendo así que no era más que un sueño de la exaltada fantasía de unos pocos ilusos. Por otra parte, un buen número de Obispos del Piamonte le había confiado la honrosa misión y, él quiso cumplirla con toda la diligencia que le dictaba la conciencia de su propio deber. ((**It10.511**)) >>Hay más. En su viaje de Turín a Roma, tuvo don Bosco ocasión de detenerse unos días en Génova, hospedado en casa del senador Lorenzo Ghiglini, uno de los miembros más activos e inteligentes del partido acaudillado por César Cantú. El pobre Senador, abrumado por los años y por una cruel enfermedad, falleció precisamente cuando don Bosco se hospedaba en su casa; y fue don Bosco quien le atendió en los últimos momentos y recogió sus últimos deseos. Pues bien, se cuenta que Ghiglini pidió a su antiguo amigo, como último favor, que trabajara con todas sus fuerzas para hacer triunfar en el Vaticano los principios conciliatorios, que él predicaba hacía tanto tiempo en libros y en escritos, pero sin acercarse de vez en cuando ni un milímetro a la suspirada meta. (**Es10.468**))
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