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pero, ténganlo muy en cuenta, los Minghetti, los
Finali ((**It10.509**)) y toda
su tropa, doctrinarios a ultranza, ven con el
mayor gusto los esfuerzos de don Bosco y les
parecería haber puesto una pica en Flandes el día
en que les fuera sugerida una propuesta aceptable
para el Vaticano.
>>Todo esto es muy grave, y los amigos de la
libertad deben ponerse en guardia y vigilar para
que en el edificio, levantado con tanto sacrificio
por todo el país, no se dé paso a un enemigo, que,
una vez dentro, no dejaría de ingeniarse para
demolerlo piedra a piedra. Como el agua y el fuego
no pueden estar juntos sin destruirse, así también
es incompatible todo acuerdo entre las doctrinas
del Vaticano y las de la libertad.
>>Mas, puesto que os estoy hablando del
Vaticano, no quiero pasar por alto otras voces
puestas en circulación en estos días, que van
tomando consistencia cada vez mayor. Los altos
personajes de la Iglesia necesitan dinero. La
limosna de los fieles al Papa ya no rinde lo que
antaño y las mejores entradas se van agotando una
tras otra. En tal estado de cosas, se cree que el
cardenal Antonelli se ha dado maña para persuadir
al Papa de la conveniencia de cobrar al fin los
millones, que el reino de Italia tiene guardados
para él a título de donación.
>>El Papa, por su parte, se mostraría en un
principio muy contrario a una determinación, que,
según él, humillaría a la Sagrada Curia Romana y
equivaldría a una renuncia, aunque indirecta, de
los más preciosos derechos; pero después, al
insistir Antonelli con las muy convincentes
razones que ponía en sus labios la ineluctable
necesidad de dinero, parece que Pío IX se resignó
a acuerdos más suaves y consintió en someter la
cuestión a los doctores de la Iglesia, confiando
también a los mismos el encargo de encontrar la
manera de apañarse para conciliar intereses
contrapuestos. Monseñor Audisio, prelado
piamontés, domiciliado en Trastévere y que goza
fama de gran casuista, se ocupa ahora, mientras
escribo esto, de estudiar el grave y delicado
asunto.
>>A estas horas habréis tenido ya ante vuestros
ojos la bula pontificia, que abroga las normas
establecidas para la elección del pontífice y
tiende a facilitar la cuestión, puestos los ojos
en el mar borrascoso que la mística navecilla de
Pedro está atravesando ahora.
>>Hay sobrado motivo para creer que el texto de
((**It10.510**)) la
bula publicada por el Diario de Colonia es
auténtico y exacto. Muerto Pío IX, el sucesor será
elegido en Munich, en Malta o, a lo mejor, en una
ciudad de Francia, puesto que ya ha declarado
desde ahora el
(**Es10.467**))
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