((**Es10.466**)
deseo de los sacerdotes subalpinos, aunque
honesto, no podría determinarse, una vez
realizado, más que en daño de la libertad, pues
Italia, para volver a sus buenas relaciones con la
Iglesia, tendría que ceder ante no pocas
exigencias del Vaticano; pero, a pesar de todo,
conviene tener en cuenta estas buenas
disposiciones, ((**It10.508**)) que
después de todo son un síntoma de atendibles
arrepentimientos. En el ejército de la clerecía
empieza a manifestarse la persuasión de que,
firmar un tratado de paz con los fautores de las
ideas modernas y ponerse de acuerdo con el mundo
que camina, para marchar al compás con él, en
lugar de obstinarse en una inmovilidad, que no
puede tener más consecuencia que el aislamiento,
sería provechosa también para la Iglesia. No es
esto mucho; pero es algo; y, viniendo a los
hechos, he aquí lo que se dice acerca de esos
intentos de reconciliación. El primero en hablar
de ellos ha sido un periódico, entre serio y bufo
(Fanfulla), que se presenta con el aire de
portavoz del Ministerio y quizás lo sea.
>>La Prelatura Piamontesa, por lo visto, ha
determinado enviar a Roma, con el encargo de echar
las bases del acuerdo por ella apetecido, a un tal
don Bosco, sacerdote conocido por amplitud de
doctrinas, de costumbres intachables y sumamente
celoso por los intereses de la Iglesia.
>>Un hombre como éste habría sido hábilmente
escogido por cuanto, mientras por un lado no puede
despertar sospechas en el Vaticano, por el otro
tiene que ser recibido cortésmente por los
representantes más o menos oficiales del Gobierno
Italiano. Así pues, don Bosco se encuentra aquí
hace ya unos días y parece ha comenzado su
actuación obteniendo audiencias con Cardenales,
con prelados de alta consideración y con hombres
de la política considerados por él como
influyentes ante los miembros del Consejo de
Ministros.
>>Nadie sabe cuáles son las bases del arreglo,
que él propone, pues hasta el momento nada se ha
traslucido; pero de que actúa y habla con celo, no
cabe duda.
>>Si mis informaciones son exactas, ya ha
obtenido muy favorable acogida, y hasta promesas
de apoyo en ese mezquino grupo parlamentario de
neocatólicos, entre los cuales el honorable Emilio
Broglio actúa como capitán de manera más bien
ridícula.
>>Entretanto la prensa oficiosa se afana en
hacer saber que el Gobierno no da ninguna
importancia a la cuestión, porque está convencido
de que no ha llegado todavía el tiempo de negociar
entre la Iglesia y el Estado de modo que se pueda
llegar a alguna conclusión;
(**Es10.466**))
<Anterior: 10. 465><Siguiente: 10. 467>