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((**Es10.464**) desde el salón dormitorio del Papa? >>Qué os parece? íCuántas emociones en un sólo día! Verdad es que sobre una de las cumbres del Capitolio se coronaba a los triunfadores y sobre la otra se alzaba la roca Tarpeya. El Gabinete del Comisario del Santo Oficio es la roca Tarpeya del Vaticano>>. íVil sarta de embustes, que parecía imposible! Don Bosco había estado con el Comisario del Santo Oficio el 9 de enero y escribía don Joaquín Berto: <>. Volvió otra vez y estaba ausente; y don Bosco mismo observaba: -Realmente no comprendo cómo la Gaceta de Italia ha podido enterarse de la visita, que hice al padre Sallua, pues era de noche. Lo que cuenta no es verdad, en absoluto; pero sí la visita; y no hablé más que con un empleado del padre Sallua. ((**It10.506**)) Todos los que le conocían, de cualquier partido que fueran, le trataban amablemente y con la mayor veneración. Escribe don Joaquín Berto: <>-Diga a don Bosco que puede venir mañana por la mañana alrededor de las diez, o también por la tarde a las cuatro, y, si prefiere que yo pase por allí, iré con mucho gusto. >>Don Bosco estuvo con él cerca de hora y media, y después me dijo que lo trató y recibió muy bien; que fue él quien intercedió ante el Rey para que no fuera requisado el convento de las Sacramentinas. Sucedió así. La esposa del Ministro de la Casa Real, el diputado senador Visone, que iba allí a oír misa, contó al marido el peligro en que se encontraba la casa e iglesia de las Sacramentinas de ser transformada en cuadra de caballos. Entonces el Conde acudió a Su Majestad y a la mujer de Humberto, la princesa Margarita, y tanto dijo e hizo, que obtuvo la gracia. Logró también se perdonara a todas las otras casas, que sabía de antemano caerían en posesión de la Casa Real, y por esto, el día anterior estuvo a riesgo de dimitir; pero, después, tomó cartas en el asunto el Excmo. Ministro Menabrea y todo se arregló>>. Por la tarde fue a visitar al cardenal Mónaco en el palacio Altemps, de la plaza Navona, y allí permaneció casi una hora y media, y, entre otras cosas, obtuvo gratuitamente dos breves para el Oratorio privado de las señoras Vicini y Ghiglini. A la mañana siguiente fue don Joaquín Berto a retirarlos a la Cancillería y el Prelado, que se los entregó, le dijo cortésmente: -Todo gratis; íasí lo quiso el Padre Santo! (**Es10.464**))
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