((**Es10.45**)
Habiéndole preguntado a don Miguel Rúa en el
Proceso Apostólico, si pensaba que don Bosco tuvo
que vencer tentaciones contra esta virtud,
respondió claramente:
<<-Pienso que tuvo tentaciones contra esta
virtud; lo deduzco de alguna palabra que le oí
cuando nos recomendaba la templanza en la
bebida... y nos lo decía para que nos guardáramos
de bebidas excitantes. Pienso también que, dada la
atención que ponía para evitar las ocasiones y
estar siempre ocupado en trabajar por la gloria de
Dios y el bien de las almas, estas tentaciones no
fueran muy frecuentes, ya que las superaría
victoriosamente con gran mérito para su alma.
((**It10.37**)) Me
apoyo para pensar así en la continua mortificación
a que se entregaba para frenar las pasiones.
Repetía a menudo las palabras de san Pablo:
Castigo corpus meum et in servitutem redigo
(castigo mi cuerpo y lo reduzco a la esclavitud),
recomendando a sus hijos la mortificación de los
sentidos. Nos daba de ella espléndidos ejemplos
pues, aunque no mostraba la austeridad de los
largos ayunos, cilicios, disciplinas, etc.,
empleaba, sin embargo, una constante mortificación
de los sentidos... imitando en esto el ejemplo de
san Francisco de Sales, al que había elegido como
modelo y protector de sus obras>>.
<>-Di a esos nuestros queridísimos hijos que
don Bosco ya se ha olvidado de tantos sermones
como oyó en el decurso de su larga vida y de la
mayor parte de los muchos y estupendos libros que
leyó; pero que no ha podido olvidar jamás una
palabra fea que le dijo un mal compañero cuando
tenía seis o seite años. íEl demonio se ha
encargado de que no se borrara de mi mente tan
triste recuerdo! Diles, pues, a esos muchachos:
>>-íAy de quien enseña palabras feas y ay de
quien escandaliza!>>.
Detestaba tanto una conversación escandalosa
que se le oyó repetir:
-íSi no fuera pecado, los estrangularía con mis
propias manos!
Era imposible superar sus cuidados para que
reinara el amor de la castidad en todos.
<(**Es10.45**))
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