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patraña, como usted dice, pero hasta 1875, 76, 77
y 78, no será restablecido el orden en el mundo.
Que vuelvan todas las cosas al mismo estado de
antes, no sé si es cosa a desear; por mi parte no
lo deseo. Por ejemplo, >>no veían que los asuntos
religiosos iban mal en Toscana? íLa Iglesia estaba
sometida al Gobierno! íNo se podían recibir las
sagradas órdenes sin permiso de la autoridad
estatal! Si había que elegir un párroco, tenía que
hacerlo el Gobierno, etc., etc. La Iglesia era
esclava del Estado.
Le preguntaron de qué manera se salvaría Roma.
Y él respondió:
((**It10.486**)) -Yo
creo que el Señor se servirá de un monarca pío,
que lo primero que hará será restaurar al
Pontífice en sus derechos.
Hay que tener presente que estas conversaciones
se dieron antes de que él tuviera la ilustración
(24 de mayo -24 de junio de 1873) sobre el
restablecimiento de la paz en Europa, cuando
escribió sobre el particular a Francisco José I,
emperador de Austria; y que, desde entonces,
comenzó a decir que Dios se sirve de ciertas
comunicaciones para sugerir, para invitar a seguir
las líneas trazadas, pero si éstas no se siguen,
quedan las cosas como antes.
Don Bosco salió de Roma el día 22, con el plan
de hacer algunas paradas en Florencia, Módena,
Bolonia y, según parece, también en Milán.
Ya en el tren le dijo a don Joaquín Berto:
->>Sabes por qué le tienen a don Bosco tanto
aprecio y confianza? Porque no habla con
misterios, dice siempre las cosas claras y,
además, el Señor le ha dado cierta unción... por
la que ve la gente que don Bosco no es un majadero
y sabe lo que quiere.
Realmente tenía el don de ganarse los
corazones. Nunca sucedió que un adversario o
enemigo, de buena fe, en nuestras cosas, se le
acercara y no se convirtiera, después de haberse
entretenido con él, en amigo, protector o
bienhechor o que, al menos, no dejarse de
contrariarlo. Cuantos trataban con él, terminaban
por decir:
-íSi todos los sacerdotes fueran como él, las
cosas irían mejor!
Lo mismo se oyó repetir a varios ministros del
Reino y a otros personajes de autoridad.
En Bolonia le invitó a comer el conde
Sassatelli y le dijo:
-Ha habido diarios que han hablado de usted y
contaron que ha sido llamado a Roma para oír su
parecer sobre la elección de algunos obispos. >>Es
cierto?
-Mire, señor Conde, contestó don Bosco; el
Padre Santo no aprecia a don Bosco por su ciencia,
ni por su virtud, sino porque habla
(**Es10.446**))
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