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((**Es10.442**) de la tercera semana. Damos a ésta la preferencia, en vez de entresacar de las cartas de don Joaquín Berto, y la presentamos íntegramente: <>En Roma hay movimiento general por don Bosco. Todos quieren verle y decirle una palabra. De la mañana temprano hasta muy avanzada la tarde no tiene un momento libre; siempre está rodeado de miles de personas que quieren verlo y, si pueden, hablarle. >>Por una carta del 13-3 sabemos que el 12-3, a las nueve, se sintió en Roma la terrible sacudida de un terremoto, que duró cinco minutos; dan gracias a Dios de que no haya sido más largo, pues si hubiese durado dos minutos más, Roma se hubiera venido abajo. Se teme que se repita, a juzgar por el presente estado del cielo. Por efecto del terremoto se abrieron en el campo romano algunos socavones, pero no hubo que deplorar grandes daños, solamente que en Roma pasaron gran miedo. Y la verdad, oír de improviso que suenan campanas y esquilones, ver que los muros se inclinan contra nosotros, sentir que nos falta el suelo bajo los pies, basta para infundir miedo a cualquier hombre, por valiente que sea. >>El día 13-3 recibió don Bosco la visita de una comisión inglesa que, llegada a Roma para hablar con Su Santidad Pío IX, al enterarse de que allí estaba también don Bosco, fue rápidamente a verlo y se afanó con todo empeño para arrancarle la promesa de instalar u n colegio en Inglaterra. No sabemos cómo se las arreglaría don Bosco para salir del paso. ((**It10.482**)) >>Para que tengáis una idea de lo mucho que aprecian a don Bosco los romanos, los boloñeses, los parmesanos, etc., oíd. En el tren, que como ya dijimos, había corrido un gran peligro por el fallo de un tornillo de la rueda mayor y por el desplazamiento de los raíles, había muchas otras personas, entre las que se encontraba una de distinguido linaje. Pues bien, cuando ya se creía que iba a rodar por los Apeninos, llegó a sus oídos que en el mismo tren viajaba don Bosco, y recibió tanto alivio al oír este nombre, que dijo enseguida: >>-íSi él está con nosotros no hay nada que temer; pues, aunque rodáramos hasta el fondo, no nos haríamos ningún daño! >>Este episodio se lo contaron al mismo don Bosco en Roma. (**Es10.442**))
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