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de monseñor Gastaldi a la archidiócesis de Turín,
e invitaba a todos a alegrarse por ello como de un
feliz acontecimiento, dado que el nuevo Arzobispo
siempre se había manifestado muy favorable al
Oratorio y siempre había mantenido amistosas
relaciones con don Bosco.
El día siguiente, domingo, estuvo don Bosco
confesando bastantes horas a los muchachos, que
acudían a porfía a él. El 18 marchó a Lanzo para
iniciar la primera tanda de ejercicios para los
Hermanos.
Sacerdotes y clérigos le aguardaban con la
curiosidad de saber a qué punto habían llegado las
negociaciones para el nombramiento de los Obispos.
Y le hicieron mil preguntas:
-Don Bosco ha hecho una lista, es cierto; pero
>>cómo irán las cosas?... >>Cómo hará el Papa para
colocar a los Obispos en sus sedes?... >>Los
aceptará el Gobierno?... >>Los Obispos habrán de
pedir el permiso al Gobierno?... >>Tendrán que
reconocerlo, sometiéndose a pedir el Exequátur
regio?
Y don Bosco les respondió:
-íQué de dificultades vais amontonando! >>Acaso
pidió Jesucristo permiso a nadie, cuando envió los
apóstoles a predicar? Sólo les dijo: -íId!... y
fueron.
Con esta respuesta comprendieron enseguida cuál
había sido la base de las negociaciones para
defender la dignidad del Pontífice. El Papa
actuaría según su autoridad, y don Bosco,
apoyándose en la Ley de Garantías, había obtenido
que ((**It10.448**)) el
Gobierno no pondría obstáculos. Lo más importante
era que las diócesis vacantes tuviesen sus
pastores; poco importaba de momento que el
Gobierno les diese o negase los bienes temporales.
De este modo don Bosco lograba que se proclamara
la independencia de la Iglesia del Estado.
Y que ése fue su parecer, viose claramente en
la alocución que el Papa pronunció el día 27 de
octubre, en la que repitió, casi a la letra, las
palabras que dijo don Bosco en Lanzo, a saber, que
destinaba a sus iglesias a los nuevos Pastores
sólo con la autoridad recibida de Dios, sin
miramientos ni licencias humanas.
Don Bosco dijo también claramente:
-El Papa me dijo: íhaced la lista y
presentádmela! Y lo que don Bosco hizo estuvo bien
hecho.
Y concluyó humildemente:
-No sé si en adelante habrá otros de nuestra
Congregación, que puedan encontrarse en parecida
circunstancia para elegir a tantos Obispos con
pleno arbitrio de elección, como sucedió este
año...
Los hermanos, que le escuchaban silenciosos,
quedaron sorprendidos
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