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Francisco ((**It10.442**)) de
Sales, Turín.-Sigo viaje.-Regreso prorrogado.
-Escribiré otra vez.-Todo bien.-Bosco>>.
Llegó a Roma, y se presentó enseguida al Padre
Santo, el cual leyó atentamente la lista de los
eclesiásticos, que proponía para ser elevados al
episcopado, y la aprobó, tal y como estaba; ítan
grande era la confianza que tenía en él! Pidióle
después su parecer acerca del destino de cada uno
para una determinada sede. Don Bosco señaló
dieciocho, como atestiguaba monseñor Manacorda, y
el Papa los aprobó. Entre ellos, fue destinado a
la Catedral de Acqui monseñor José María Sciandra
de Mondoví, arcediano de la catedral, rector del
seminario y Vicario Capitular de la diócesis de
Susa.
->>Y para Génova?, preguntóle el Papa.
Sacó don Bosco dos fajos de papeles y entregó
uno al Padre Santo diciendo:
-Aquí está monseñor Magnasco: se hacen grandes
elogios de su celo, al tiempo que los amargados
escribieron contra él muchas cartas, acusándole de
ser contrario al estado actual de las cosas en
Italia y tachándole de excesivamente adicto al
Papa y a la Iglesia.
Presentóle después otro fajo y prosiguió:
-Aquí está Fulano (y dijo el nombre), en cuyo
favor escribieron muchos otros, algunos del
Gobierno, diciendo que es digno de la mitra y que
es bienquisto universalmente por todos los
genoveses;
mientras que a mí se me dijo que... probablemente
está inscrito en la masonería...
Alguno de la Corte Pontificia, engañado por
falsas referencias, había creído que se debía
preferir el nombramiento del segundo; y Pío IX
llamó a uno de los secretarios y le dijo:
-Id al despacho del cardenal Antonelli, y
decidle si puede bajar aquí.
Fue el secretario y refirió que el Cardenal
estaba atendiendo a una audiencia apremiante.
-Volved, replicó el Papa, y decidle si puede
venir un momentito.
Respondieron que el cardenal Secretario de
Estado no podía ir en aquel momento. El Papa
hubiera querido que oyese el juicio de don Bosco,
que había obtenido informes del mismo Ministerio
sobre aquella persona, y había llegado a conocer
aquellas intrigas y hasta a tener copia ((**It10.443**)) de las
cartas enviadas al Gobierno para su promoción.
El Papa, que oyó la respuesta del Cardenal
Secretario, hizo llamar a un Prelado que estaba en
la antesala, y le dijo:
-Escribid: íMonseñor Magnasco, Arzobispo de
Génova!
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