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de don Bosco, que repetía a todos que el nuevo
Gobierno no sería temporal y de corta duración,
sino un gobierno normal que no dejaría de existir
tan pronto, y que, por tanto, convenía aceptar el
ofrecimiento para impedir mayores daños a la
juventud.
El Papa no tardó en compartir el pensamiento de
don Bosco y se inclinaba a aceptarlo; pero el
Cardenal Secretario de Estado y otros Prelados,
considerándolo como un formal reconocimiento del
nuevo estado de cosas, y casi un acto de adhesión
y de conciliación, fueron de parecer contrario, y
se rechazó el ofrecimiento. Se había concedido un
año para tal inscripción y no se presentó nadie.
De este modo los antiguos maestros y profesores
del Estado Pontificio perdieron su derecho a
enseñar, que era precisamente lo que deseaban las
sectas.
El día 30 de junio abandonaba Florencia el
ministro Lanza con casi todos sus ministros,
camino de Roma. El 2 de julio hacía Víctor Manuel
su entrada solemne en la capital.
Don Bosco sostuvo todavía un coloquio con el
Ministro después de las audiencias pontificias. En
él expuso claramente sus pensamientos con respecto
a las negociaciones; observó que, como el Papa no
estaba dispuesto a concesiones, que hubieran
resultado humillantes ((**It10.436**)) a su
dignidad, era un acto de buena política no poner
obstáculo alguno al ejercicio de la autoridad
espiritual.
Empezó el Ministro a hacer sus observaciones,
pero don Bosco, que estaba muy cansado (íquién
sabe lo que había trabajado en aquellos días, sin
un secretario a su lado!) se durmió. El Ministro
se calló y le dejó descansar tranquilamente.
Cuando despertó, después de reír por lo sucedido,
reanudaron los razonamientos y no tardó don Bosco
en darse cuenta de que se buscaban pretextos para
dar largas al asunto.
Salía don Bosco de la audiencia y entraba
Buscaglione, el gran Oriente de la Masonería,
muñidor de noticias para la agencia Stéfani. Lanza
le preguntó:
->>Sabe usted quién era ese cura que acaba de
salir?
-íLe he visto, pero no me he fijado!
-íEra don Bosco!
->>Don Bosco? Hace tiempo que le conozco.
Y el Ministro le contó cómo se había dormido en
el sillón.
En una de las mencionadas audiencias, no
sabemos si en Florencia o en Roma, Lanza le pidió
noticias del Oratorio de Valdocco y le propuso que
abriera un correccional para jóvenes díscolos y
abandonados en alguna casa religiosa.
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