((**Es10.364**)
y familia, y conceda a todos salud y gracia de una
vida feliz y, mientras me encomiendo a la caridad
de sus santas oraciones, me profeso
De V. S.
Afmo. y seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Aquel año había dado un gran desarrollo a las
escuelas elementales, abiertas para los niños
externos, junto a la iglesia de María Auxiliadora,
en el Oratorio festivo y pedía un subsidio al
Alcalde.
Turín, 26 de agosto de 1872
Ilmo. señor Alcalde:
Uno de los barrios de la ciudad de Turín más
poblados y atestados de muchachos, es sin duda el
de Valdocco. Muchos van a las escuelas de Santa
Bárbara, que, por lo demás, están a mucha
distancia.
Pero un número muy notable, ya fuera por
descuido de los padres, ya fuera por ir mal
arreglados o por su propia disipación, se quedaban
vagabundeando todo el día con perjuicio para sí
mismos y molestias para las autoridades de
policía. Con la intención de socorrer a estos
pobres chicos, abrí, a más de las escuelas
nocturnas, unas escuelas diurnas. Como pude este
año disponer de un local algo más amplio, creció
considerablemente el número de los alumnos, que,
al presente, supera efectivamente los trescientos.
Hay que enseñar gratuitamente a estos alumnos; a
muchos hay que darles el material escolar, libros,
papel, y ((**It10.395**))
plumas, etc.; a algunos, incluso ropa y pan. Son
esfuerzos de una persona privada que no pueden
durar largo tiempo sin un subsidio especial.
Con este objeto recurro a V. S. Ilma. rogándole
tenga a bien dedicar su atención a esta necesidad
y conceder el subsidio que considere oportuno para
ella.
En el caso de que enviara a alguien para
visitar estas escuelas, que hasta el presente
están abiertas en un edificio tras la iglesia de
María Auxiliadora, será recibido con toda la
consideración debida a la persona enviada y a
quien la envía.
Hay cuatro clases elementales; algunas, por el
excesivo número de alumnos, están dividadas en dos
secciones.
Tenga a bien creerme, con la acostumbrada
gratitud,
De V. S. Ilma.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Contestóle el Alcalde que comunicaría la
súplica a la Comisión permanente de instrucción
pública, tan pronto como se reanudasen las
sesiones.
Volvía a pedir al Ministro de la Guerra prendas
usadas de vestir, calzado, mantas de toda suerte,
por muy gastadas que estuviesen, para sus pobres
huerfanitos.
(**Es10.364**))
<Anterior: 10. 363><Siguiente: 10. 365>