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La fama de su apostolado ya se había difundido
por todas partes y todos admiraban el bien que
hacía con los Oratorios Festivos. El <> tejía estos elogios el domingo 20 de
octubre:
...Después del Evangelio se vuelve el sacerdote
y hace una platiquita en dialecto piamontés para
que todos lo entiendan. Explica, de manera fácil y
apropiada a la inteligencia del auditorio, la vida
de Jesucristo, el Evangelio del domingo o la
Historia Sagrada del Antiguo Testamento. Los niños
escuchan siempre con mucho gusto.
íQué emoción experimenta el alma cristiana al
contemplar a unos muchachos de tan humilde
condición, que están con tan devoto recogimiento
en la iglesia, con la boca abierta, pendientes de
los labios del sacerdote, que les reparte el pan
de la palabra de Dios! íDifícil se vería así a
muchachos linajudos, instruidos y educados, por
desgracia, al estilo de nuestros días! Yo mismo,
sí, yo mismo he sido espectador de este edificante
comportamiento y he dicho en aquel instante en mi
corazón:-íOjalá que en todas las parroquias de las
ciudades de Italia se instituyeran obras similares
y se multiplicaran en favor de tanta juventud
abandonada, tempranamente arrojada a la boca del
diablo por los innumerables incentivos del mal,
que con dolor se ven en nuestros días de una mal
entendida libertad!...
Pero me parece oír a alguien que pregunta:
->>Cómo puede sacrificarse un sacerdote todo el
día de fiesta para atender a tantos muchachos?
>>Se podrá pretender que tenga la aptitud
necesaria para entretener alegremente a tantos
jóvenes con juegos, paseos y otras diversiones por
el estilo?
No es ésta una obra que pueda atender a solas
el sacerdote; puede cooperar eficazmente en ella
cualquier seglar, que sienta en su corazón el
deseo de hacer algún bien. Y precisamente en Turín
la asistencia principal está confiada a los
seglares 1. El sacerdote atiende a lo que es
religión y prácticas cristianas, pero en todo
Oratorio hay un Director seglar con su secretario
y sus asistentes, que sucesivamente asisten a los
muchachos, se hacen pequeños con ellos, dirigen
sus juegos y son el alma de los recreos. Y éstos
son, de ordinario, personas cultas y de alto
rango, que, posponiendo todo respeto humano, se
sacrifican de buena gana por el bien de sus
semejantes. Así pues, cualquiera animado por
sentimientos de caridad, pero en particular los
miembros de la Sociedad de la Juventud Católica,
pueden cooperar en esta obra verdaderamente
cristiana y filantrópica, con la seguridad de que
sus prestaciones serán coronadas por el éxito más
consolador.
((**It10.391**)) Todo
va bien, todo es excelente; pero sin dinero no se
hace nada: >>quién tomará a su cargo los gastos
necesarios para implantar y mantener el Oratorio?
Turín, que en caridad pública puede enorgullecerse
de ir a la cabeza de muchas ciudades de Italia,
Turín, repito, provee con las limosnas de sus
ciudadanos privados al mantenimiento de los
Oratorios. Y con tanta generosidad que, gracias a
lo recaudado, se consigue vestir a muchos
jovencitos que se distinguen por su asiduidad y
buen comportamiento. Y >>por qué no puede
obtenerse en Vicenza, en Padua, en Treviso y en
muchas ciudades de Italia lo que se obtiene en
Turín? >>Acaso no hay en ellas cristianos
adinerados y de buen corazón, que quieran animar y
asistir a obras semejantes? No hacen falta más que
algunas almas generosas y piadosas, que, junto con
el párroco respectivo, se decidan a comenzar estas
obras, y la Providencia de Dios, siempre dispuesta
a ayudar a quien busca y quiere el bien, no querrá
por
1 Cada Oratorio tenía un grupo de señores, que
asistían continuamente a los muchachos.
(**Es10.360**))
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