((**Es10.36**)
don Miguel Rúa, cuando estuvo en Alassio (después
de la enfermedad que pasó en Varazze), fue
invitado por el señor Luis Preve para ir a su casa
a bendecir a su esposa, que hacía ya unos meses no
era capaz de salir de casa ni para dar un paseíto.
Aceptó la invitación nuestro amadísimo don Bosco,
y yo le acompañé. Entretúvose un rato hablando de
asuntos de familia y de otras cosas y, después de
exhortar a la enferma y a la familia a que fueran
devotos de la Santísima Virgen, la bendijo.
>>Hace dos días vino el señor Preve al colegio
y, al encontrarme, me dijo, loco de alegría:
>>-Comunique a don Bosco que mi señora mejoró
después de recibir su bendición y ahora está
perfectamente; esta mañana, día ferial, salió de
paseo con mi hijo mayor>>.
La señorita Josefina Monguzzi, nacida en Milán,
en la parroquia de San Eustorgio, y más tarde
directora del Colegio Femenino de Varese, escribía
el 19 de marzo de 1891 a don Miguel Rúa.
Aseguraba, bajo juramento, que había sufrido
continuamente durante casi doce años agudísimos
dolores de cabeza, residuo de una congestión
cerebral, que le había durado dos meses, y le
había dejado inútil para toda ocupación.
((**It10.27**)) Pues
bien, sucedió que, después de haber probado
inútilmente todos los remedios de la medicina, y
encontrándose en Milán con una hermana suya,
directora del Instituto de la Inmaculada, hubo un
piadoso sacerdote que, en el mes de mayo de 1872,
le sugirió se presentase a don Bosco, que por
aquellos días se encontraba en la ciudad. Acudió a
él y le pidió una bendición especial para curar de
su enfermedad, rebelde a toda medicina.
El la bendijo de buen grado, exhortándola antes
a que pusiera fe viva en el poder de María. A
continuación, diole una medalla de María
Auxiliadora y de san José y le ordenó que la
besara cada noche, antes de acostarse, y que
rezara un padrenuestro, avemaría y gloria hasta la
fiesta de la Asunción, con la confianza de que
curaría. Pero esto sucedió instantáneamente. Ella
misma asegura que, antes de salir de la sala donde
estaba don Bosco, su dolor de cabeza desapareció
completamente, y hacía ya casi veinte años que se
encontraba bien y en condiciones de poder atender,
en su cargo de directora, el Instituto de San José
en Varese Lombardo. Por su propia mano escribió y
firmó la narración que confirmó el sacerdote don
Benigno Zini, párroco de Biumo Inferiore, junto a
Varese.
Eran también muchos los que acudían a él por
carta y se veían aliviados de sus dolores.(**Es10.36**))
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